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Matar la Vaca

En el mundo de la Innovación usamos una fábula para explicar lo que es la disrupción y es una metáfora que sintetiza a la perfección la realidad que estamos viviendo en este 2020. Este cuento filosófico oriental tiene el objeto de hacernos entrar en esa consciencia de esa zona de comodidad a la que estamos aferrados y nos seduce para que seamos capaces de salir de ella de forma proactiva.

Como la fábula está en Internet voy a intentar resumirla: un Maestro indio y su alumno se encuentran con una familia muy pobre que sobrevive gracias a una vaca que les da leche con la que se alimentan y, más que vivir de ella, vivían para ella sin buscar otras alternativas de vida. El Maestro, cuando la familia estaba despistada, mató a la vaca con un cuchillo ante el asombro del alumno.

Un año después volvieron a visitar a la familia y vieron que había cambiado la choza por una gran casa. Le preguntaron al Padre que había pasado y les explicó que alguien había matado la vaca y, en su lugar, habían plantado verduras y hortalizas lo que les daba para el autoconsumo y para ganaba dinero con los excedentes.

En la Gestión de la COVID, que nos ha sacado de la rutina y de la zona de confort, hemos creado un mundo alrededor de la enfermedad y, más que luchar contra ella, vivimos para ella cuando se trata de convivir con el virus de la mejor forma posible. Ahora, la única certeza para no tirar todo por la borda es la NORMA MÉDICA DI-MA-MA (distancia, mascarilla y manos). Esa es la tarea de tod@s como dice el Ministerio de Sanidad pero debemos de ser conscientes de que esta vaca dará leche por un tiempo limitado.

Si el objetivo es no pasar por esto otra vez y estar preparado para los futuros rebrotes que, cual Poltergeist, YA ESTÁN AQUÍ, la clave en prevenir y planificar con un sentimiento común: responsabilidad, respeto y compromiso. Desde la prevalencia de esos tres valores abordemos el estudio ENE-COVID cuyo objetivo es obtener una estimación de la población que ha desarrollado anticuerpos frente al SARS-CoV-2. Estimo, desde la humildad y reuniones con expertos, que no son pruebas esenciales para el combate a medio plazo y la convivencia con el virus.

Los datos que arroja, siendo útiles, no son la panacea ni el Santo Grial porque tienen margen de error y no solventan la incidencia de la epidemia. Si tenemos 50 de cada mil habitantes que han generado anticuerpos, a través del estudio, esos serán realmente positivos 45 con una análisis más exhaustivo y de los 950 restantes podemos tener del orden de 90 falsos negativos por seroprevalencia que sean positivos por PCR. Eso refleja que tenemos 135 contagiados (con o sin síntomas) por cada mil personas pero sin tener delimitados los focos de contagio. Las mismas cifras se pueden extrapolar al caso de Torrejón del mismo modo que sucedería algo análogo si le hiciéramos la prueba de embarazo a todos los curas de España: un 1% de los sacerdotes darían positivo.

Los anticuerpos de otros coronavirus, como el SARS y el MERS, se cree que duraban al menos un año, por lo que se esperaba algo similar pero esta hipótesis se ha convertido en una falsa ilusión porque estudios como el publicado por Nature Medicine pone fecha a esa duración (dos o tres meses). Esto descarta soluciones como los llamados pasaportes de inmunidad y la inmunidad de rebaño del 70% de la población que conlleva muchos riesgos lo que, a la espera de vacuna, coloca nuestro horizonte de trabajo está a más tres meses vista.

Si el virus es capaz de mutar y crear zepas diferentes, nosotros también somos capaces de hacerlo a través de la inmunidad cruzada que podría ser el arma invisible contra el enemigo invisible. Este caso sucede cuando nos infectamos por un virus pero adquirimos defensas por otros virus similares genéticamente. Al parecer, las personas que han tenido contacto con los antiguos cuatro coronavirus (con síntomas de catarro común) tienen anticuerpos protectores, según un estudio llevado a cabo por el hospital universitario de Estrasburgo y el Instituto Pasteur en Francia, es decir, anticuerpos que impiden la entrada del virus en la célula.

Los resultados han sido esperanzadores ya que demostraron que no sólo las personas había desarrollado anticuerpos sino que, conforme pasaba más tiempo, las gran mayoría (el 98%), habían generado una protección eficaz con los anticuerpos llamado neutralizantes («neutralizan» al virus fusionándose como partes del mismo). Por cierto, este estudio fue hecho con personal sanitario positivos con PCR y los efectos duran más de cuarenta días desde la infección.

Volviendo al maravilloso mundo de las Matemáticas eso supone que entre cuatro y seis personas de cada diez podrían tener inmunidad contra el Covid sin haberse contagiado. Quizá esta hipótesis explique el gran número de asintomáticos o enfermos leves y, a través de su estudio, podamos encontrar una solución en esos coronavirus benignos para esta pandemia y las que estarán presentes en las cenas que están por venir.

Adam Smith decía que cenamos todos los días no por la benevolencia del carnicero ni del cervecero ni del panadero, sino por su propio interés. Más tarde el Nobel John Nash tendría una epifanía: «Adam Smith se equivocaba» y lo explicaba de una forma sencilla: Si estamos en un bar y todos vamos a por la rubia, nos bloqueamos y nadie se la lleva. Como a las amigas no les gusta ser segundo plato, todos nos quedamos sin nada.

Para lograr este equilibrio global frente a la COVID, basado en la teoría de juegos, debemos diseñar soluciones cooperativas que, lejos de buscar 180 vacunas, busque un objetivo común. Ante el coronavirus, Smith se equivocaba cuando decía que el mejor resultado es hacer lo mejor para cada uno.

El equilibrio de Nash propiciará la armonía sanitaria y, por consiguiente, el equilibrio económico y social. Esta pandemia es el dilema del prisionero llevado al extremo de la supervivencia: a todos los jugadores nos conviene colaborar para no quedarnos sin nada.

Planificar a medio plazo no es más que estar preparados para el peor escenario aunque esperemos dejar el mejor de los mundos posibles para nuestros hijos.

“Hay un patriotismo infecundo y vano: El orientado hacia el pasado. Otro fuerte y activo: El orientado hacia el porvenir. Entre preparar un germen y dorar un esqueleto, ¿quién dudará?”

Santiago Ramón y Cajal. Escultor de su propio cerebro.

Alberto Saavedra CXO imita.es Chief Exponential Officer

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