Cuando hablamos de Neolítico, no nos referimos sólo a una era de nuestro pasado sino que se trata de un concepto tecnológico, una forma distinta de trabajar, la revolución de pasar de la piedra tallada a la piedra pulimentada, esa «piedra nueva» que no habían conocido hasta ese momento nuestros antepasados.
Con este cisma, el ser humano dejo de ser cazador y recolector y se desvinculó de la Economía depredadora, convirtiéndose en productor con el desarrollo de técnicas como la de cultivar sus propios alimentos o domesticar especies para su cría y consumo.
En esta época comienza el desarrollo del comercio cuando el hombre logró producir un excedente de bienes a consumir con lo que se produjo el nacimiento de la madre de todos los intercambios de bienes y servicios: el trueque, esa permuta con la que el hombre creó «la división del trabajo» para repartir el trabajo y generar todo tipo de bienes materiales. Luego llegaron los romanos, acuñaron la moneda y acabaron con todo este progreso.
Sin embargo, el trueque en nuestros tiempos modernos permanece «embebido», cual vídeo de Youtube, y lo usamos a modo de permuta en nuestras operaciones de negociación más arriesgadas. Al igual que cambiábamos cromos en el patio del colegio seguimos sintiendo esa sensación de encontrar ese «cromo que nos falta» cuando fichamos para nuestra empresa a ese Ingeniero brillante o cuando cerramos un acuerdo de exclusividad de un nuevo producto para incluirlo en nuestro «portfolio».
Este sistema es la base de la Economía Circular y, si vamos directamente al grano, desechando las carteras virtuales del «insert coin» o el tejemaneje de la especulación de materias primas como el oro, la plata, el cobalto azul o los diamantes, nos encontramos ante un panorama en el que quizá el dinero dejará de existir tal y como lo conocemos. Viviremos un «Regreso al Pasado» para volver al trueque, ya que nuestro sistema económico del «usar y tirar» no es sostenible por más tiempo.
Esta Economía Colaborativa supone ya un 2% de nuestro PIB y ya podemos intercambiar un colchón inflable con desayuno incluido con Airbnb, compartir coche y conversación con BlaBlaCar o Amovens o, si como es mi caso sólo uso el taladro cada seis meses, puedo llamar al CEO de Relendo, Dhiren Chatlani, que regenta una plataforma web dedicada al alquiler de productos entre particulares.
Para alguien que siente orgullo y satisfacción de ser de «provincias» es una oportunidad tener aplicaciones como Nautal que me permite alquilar un barco por unas horas, Letmespace que permite compartir un guardamuebles cuando estamos de mudanza continua o Compartir Tren Mesa Ave, cuando queremos volar en tren a un precio más económico.
El científico humanista Carlos Moreno sostenía en una conferencia que el siglo XIX fue de los imperios, el XX de los Estados y el que vivimos es el de las ciudades. Por ese motivo, si queremos transformar nuestra realidad solo hay un modo: que los ciudadanos tomemos las riendas y usemos las redes digitales de forma inteligente para crear ciudades colaborativas que logren que «las cosas sucedan».
“Cambia antes de que tengas que hacerlo”. Jack Welch
Alberto Saavedra