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A MANO Y A MÁQUINA

El estudioso Galeno consideraba, ya a comienzos de nuestra era, que «el hombre es el más inteligente de los animales y, por ello, las manos son los instrumentos más adecuados para un animal inteligente». Este médico de gladiadores, aprovechó la experiencia que le dieron las «ventanas del cuerpo», en una época en la que abrir cadáveres estaba prohibido, para acercarse al cuerpo humano. Del mismo modo, en imita nos acercamos a la realidad siendo «Coaches de la Innovación» que abren «ventanas de conocimiento» para propiciar la mejora continua de las corporaciones con las que trabajamos.

Galeno exponía su idea del arte y la de la creatividad afirmando que «las manos son un instrumento, como la lira es el instrumento del músico,  las tenazas del herrero… cada alma tiene, en su propia esencia, ciertas facultades, pero sin la ayuda de los instrumentos no podría llevar a cabo aquello que está en su naturaleza realizar». En imita sabemos que cada profesional, sea del ámbito que fuere, puede convertirse en un artista de su oficio y, desde nuestra experiencia, le proporcionamos todas las herramientas que necesita para forjar su destino laboral.

manosLas manos son una prolongación de nuestro yo más intimo, son la fusión del cuerpo y el espíritu, son parte de nuestro lenguaje humano. En nuestras manos podemos albergar una caricia matutina a nuestra hija que suena como aquel acorde cotidiano de Benedetti, podemos creernos literatos plasmando ideas en un blog de WordPress e, incluso, podemos trasladar, del mundo de las ideas al de la realidad palpable, todos nuestros pensamientos con un suave movimiento de las mismas.

Con las manos podemos animar y estimular a personas mayores, apretar el corazón de una niña con capacidades intelectuales diferentes a las nuestras o podemos meter un gol que dé la vuelta al mundo. La gramática de nuestras manos nos permite lavar los pies del prójimo para consolarlo,  abrazar en silencio a la persona amada o, mediante un icono de una red social para la que la mitad del orbe trabaja, ofrecer nuestra opinión sobre algo que «nos gusta».

Cuando trabajamos en Innovación, para mejorar la marca corporativa o personal, hay una faceta primordial del «branding» que es la Comunicación no verbal , pericia o destreza que nos permite influir en los demás de forma positiva a través del lenguaje corporal (los expertos lo llaman persuasión).  La evolución del negocio artístico de la familia numerosa de los Marx, hizo que pasaran, en poco tiempo, de cantar, tocar e improvisar en los burdeles a ser contratados para hacer obras cómicas. El lenguaje de Harpo no era mudo pero su falta de capacidad para memorizar los diálogos le hizo reinventarse y convertirse en un gran genio de la persuasión gestual, del mimo, de la puesta en escena sin palabras.

El gran problema que, en muchas ocasiones, tenemos en España es que estas habilidades sociales que nos permiten comunicar mejor, no las extrapolamos a Directivos, Mandos Intermedios y Comerciales ya que no tienen muy buena prensa. Por ejemplo, no está bien visto que, para vender mejor nuestro producto, hagamos un curso de técnicas de Hipnosis, para influir en las emociones de nuestros clientes. Debemos aprender a ser cada uno un poco actores e imitar los comportamientos de los Hermanos Marx bajo demanda: ponernos el bigote para agudizar el ingenio, tocar la trompeta para que nos escuchen o hacer marketing con nuestras manos.

Las usamos a diario en nuestro favor cuando entramos en un despacho y saludamos a nuestro interlocutor. Según la forma, intensidad y tacto le podemos transmitir nuestro grado de confianza, transparencia y cordialidad. No es lo mismo que pongamos las palmas hacia arriba (muestra aceptación y confianza, como cuando una persona espiritual realiza oración) que posicionar las manos hacia abajo que pueden transmitir dominación, desafío o autoridad.

La sana costumbre de llevar las manos en la espalda que tenían nuestros abuelos y que no hemos heredado en esta tan nuestra «sociedad de la prisa«, muestra y demuestra una gran dosis de confianza en uno mismo, de la misma manera que si vemos a alguien que agita de forma aireada las manos o señala con el dedo, lejos de indicarnos un camino propicio, nos induce a recibir un gesto autoritario e incluso ofensivo como el que hemos sufrido con muchos dictadores del siglo XX.

También podemos percibir la desgana de nuestro interlocutor si mantiene de forma continua sus manos en los bolsillos mientra mantenemos una conversación o, si nos encontramos con alguien que, como los deportistas o los militares, pone las manos en jarra (en las caderas). Eso revela en él superioridad y autoridad, control de la situación y firmeza. La ansiedad o frustración de alguien la podemos descubrir si tiene las manos juntas entrelazadas y, si exhibe los dedos como un campanario, es un fiel reflejo de que su campana interior repica segura por lo que podemos confiar en sus decisiones como si de Karpov o Kasparov se tratara.

Con sus manos de relojero suizo de precisión, Pierre Jaquet-Droz, creó en el siglo XVIII tres autómatas con el objetivo de mejorar la venta de los relojes y pájaros mecánicos de cuco que fabricaba. Estos artilugios son precursores de los robots y las computadoras actuales y, según la RAE, son “máquinas que imitan la figura y los movimientos de un ser animado”.  El artesano austriaco creó un Organista, un Dibujante y un Escritor con forma de niño que recorrieron, con un brillante Plan de Marketing, todas las cortes europeas con la Inteligencia emocional de las dos banderas: la del asombro y la del miedo.

Pero con las mismas manos instrumentales con las que cantaba el «cuentador» Galeano, también podemos fabricar minas antipersonas que amputan el caminar, armar con maña un fusil de alta tecnología o intencionar una mochila para que explote en aeropuerto belga. Estas manos son propiedad de mercenarios con soldada, máquinas de matar con causas injustificadas que dejan huérfanos a sus propios hijos. Sus actos no son fundamentados por el pensamiento de saber que hacen ni por el conocimiento de apreciar lo que destruyen como un niño que, al ser descubierto en su travesura, escucha la exclamación de su padre «Criatura, no sabe lo que hace». Estas personas inermes son «autómatas maniatados» y programados por un sumatorio de violencia heredada. No son más que armas arrojadizas de organizaciones que tienen su base y fundamento en el desprecio del ser humano (incluso sus propios congéneres), sin una estrategia política definida y sólo centrada en generar el caos global, económico y social.

Occidente no puede hacer la réplica al terror con palabras cargadas de resentimiento, odio y venganza, como las que lanzó el zar ruso Putin, que imploraba que fuera Dios quier perdonara a los terroristas y él se prestaba voluntario para llevar, de forma inmediata, las almas pecadoras al purgatorio. La única ventana posible que podemos abrir para reparar las heridas, curar las cicatrices y caminar hacia la convivencia, es el Perdón sin condiciones que, como la propia palabra indica, es la expresión más alta de don, de regalo, de presente.

Considero que la Misericordia cristiana, que conmemoramos este año la Iglesia Católica, es la solución más innovadora para este problema actual, aunque se encuentre envuelta en un contexto paradójico. A corto plazo, comporta una aparente pérdida pero, a la larga, su beneficio es real: es la antigénesis de la violencia y el abrazo a la miseria ajena. La innovación radical sería una renovación general de las relaciones basada en el respeto mutuo, el acuerdo constructivo y la comprensión. Las manos del ser humano tienen que aspirar a crear el bien y la belleza como ideal más noble de esa inteligencia regalada, encofrar en nuestra cultura la paz y labrar los pilares de la justicia, la tranquilidad y el orden mundial.Automates-Jaquet-Droz-p1030490

El ser humano tiene que ser el relojero que, con sus manos, cree una organista que respira, toca música y hace reverencias. O quizá tomar como modelo a ese dibujante niño sentado en su pupitre que sopla periódicamente sobre el dibujo para eliminar el polvo y roza la excelencia en el dibujo académico pasando por todos los pasos: el esbozo, repaso de las líneas, sombreado y los retoques. O incluso lo mejor puede ser intentar asemejarnos al más sofisticado de los autómatas de Neuchatel, el Escritor, que es capaz de escribir cualquier texto que se le encargue, sacude la mano para escurrir la tinta sobrante y evitar que se produzcan manchas en el texto y, lo que resulta más importante, se detiene de vez en cuando para pensar lo que va a escribir.

Si creemos, creamos y mejoramos con este «modus operandi», toda la Humanidad seremos merecedores del aplauso divino.

                                                                                                                                               Decíamos ayer, Creer para Crear

imitaDecimos hoy, Crear para Mejorar

Diremos mañana, Mejorar para Crecer

  
Alberto Saavedra
 Socio Director

www.imita.es

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