
Existen otras especies animales que conforman sociedades complejas en las que ciertos individuos se hacen célibes renunciando a su reproducción y ayudan a otros congéneres en la dura crianza de la descendencia. Lo corroboran Peter M. Bustoc y Marian Y.L. Wong en su libro «Nuevas Ideas sobre la evolución de la Cooperación«, en el que proponen un nuevo modelo, según el cuál, los individuos acceden a cooperar porque su comportamiento redundará en beneficios genéticos de futuro y no emprenden otras alternativas egoístas gracias a restricciones sociales que se autoimponen dentro del grupo.
Ante la situación del mundo actual, me brota la siguiente pregunta: si tenemos información, medios para comunicarnos y conocimiento mutuo, ¿por qué sigue habiendo conflictos tan despiadados, presencia militar e intereses geoestratégicos por las materias primas en zonas como Oriente Medio? Según Pedro Martínez Montávez, uno de los arabistas contemporáneos más influyentes, profesor emérito y recientemente homenajeado por la Fundación Tres Culturas de Sevilla, «se debe a que los señores que diseñan el mundo en función de unos beneficios económicos decidieron, hace ya tiempo, que tenía que renovarse e incrementarse un conflicto que venía a añadirse al de Palestina, sin solucionar desde hace mucho tiempo, y al del Líbano».
Lo acontecido en París hace unos meses es un fiel reflejo de lo que sucede a diario en países como Afganistán, Irak, Libia, Siria, Pakistán, Palestina, Líbano y Yemen, entre otros, que parece,sin embargo, no tener la misma repercusión. Recuerdo, cuando tuvo lugar el primer conflicto de Irak, que se hablaba de guerra televisada. Ahora tenemos la suerte de poder ver en nuestros hogares, de forma simultánea, todos los conflictos armados (uno en la cocina, otro en el salón, otro en la bodega, otro en la habitación de los chicos…) y la Tecnología también nos brinda la oportunidad de dividir nuestra SmartTV en trocitos para poder acceder a este Universo de Contenidos. En fin, cumple el objetivo de toda «commodity»: no dejar espacio para el aburrimiento.
Cada vida de un ser humano tiene un valor supremo, sea de donde sea, por lo que no se pueden segmentar los grupos de población sino que hay que ir al origen del conflicto para parar la barbarie que ha ocurrido, está ocurriendo y, si no lo reparamos, seguirá ocurriendo en este planeta. Hacen falta proyectos innovadores con fórmulas magistrales que creen una integración real entre los pueblos.
En Humanidades estudiamos la alteridad como la capacidad de conocer al otro y que el otro te conozca a ti. Europa, a nivel histórico, siempre ha tendido a asimilar lo que le venía de fuera y eso está haciendo con el grave problema de los refugiados, esos tránsfugas que, como los peces payaso, sólo buscan un lugar en el que vivir. Antes de abrir polémicas sobre el velo en los espacios públicos, por ejemplo, tenemos que enterarnos de que no hay un sólo modelo de velo islámico.
Todo es compatible, sólo hay que volver a los valores de la Ilustración, como decía el erudito, y ponernos de acuerdo en que el sueño de Al-Andalus puede ser un proyecto compartido, un éxito común y patrimonio de la Humanidad. No tenemos que volver a retomar aquella Ley que instauró la Santa Inquisición que hizo que los pobladores de la Península Ibérica adquiriéramos un doble apellido (algo que no sucedió en ninguna otra parte del mundo) para asegurar la pureza de la raza.
Innovar en problemas sociales no es cuestión de ser plural en el diseño del icono de los semáforos para solventar los problemas de desigualdades que, obviamente, existen en nuestra sociedad. Si nos ponemos en plan «Papamoscas«, deberíamos incluir en cada disco de indicación una imagen de una mujer con su velo, una representación de un judío con su kiphá, una pareja de homosexuales, una efigie de un perro salchicha o un maniquí chino con su tradicional hanfu de seda. De esta forma, los políticos nos orientarían de forma adecuada hacia el camino que debemos seguir, cuidarían nuestros pasos y, todos los que convivimos en esta parte del terruño, nos sentiríamos «incluidos» en la comunidad.
Del mismo modo, la construcción política de puentes entre Europa y el mundo árabe, así como la creación de espacios de diálogo, entendimiento y libertad, no se consigue con una solución parche. Este «acuerdo de outsourcing» que han ideado desde Europa y que consiste en «alquilar asilo» para los refugiados en Turquía, es algo incomprensible e incompatible con la legislación humanitaria internacional. Esta expulsión directa de extranjeros, debería ser rechazada de forma tajante por la ONU (supuesto garante del Derecho Internacional) y cumplir así sus competencias de lo que yo, buscando siempre la analogía con el mundo de la empresa, denomino GEO (Global Executive Officer).
Este mes, la revista «Investigación y Ciencia» (la edición española de Scientific American), lleva en su portada un tema de Neurociencia: el GPS del Cerebro. Los descubridores de este Sistema de posicionamiento del cerebro ganaron en el 2014 el Premio Nobel por sus logros al descubrir cómo nos orientamos en el espacio, lo que supone un cambio de paradigma de cómo los conjuntos de células especializadas trabajan juntos para ejecutar las funciones cognitivas superiores.
Como seres supuestamente superiores dentro del escalafón terreno, se abren con este descubrimiento nuevas vías de comprensión de nuestros procesos cognitivos, cómo pensamos, cómo planificamos o cómo residen las ideas en nuestra memoria.
Hace más de dos siglos, Emmanuel Kant ya intuía estas teorías al afirmar que algunas habilidades mentales están en nuestro cerebro como algo innato, inherente a lo que somos, independientemente de las experiencias que tengamos.
Indaguemos en ese GPS interno para lograr soluciones de beneficio muto y conseguir que, por ejemplo, el Próximo Oriente haga honor al nombre que le pusimos en su día desde Europa y se convierta en un lugar común: anejo, semejante y cercano.
Innovemos en proyectos sociales, Imitemos a la Naturaleza, Seamos Peces Payaso.
Decíamos ayer, Creer para Crear
Decimos hoy, Crear para Mejorar
Diremos mañana, Mejorar para Crecer