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PLUS ULTRA

Este año conmemoramos 90 años de la llegada del Plus Ultra desde Palos de la Frontera a Buenos Aires. Ésta fue una de las grandes hazañas de la aviación española como aventura de éxito de la innovación nacional y que, como mucho de lo que sucede en lo interior de nuestras fronteras, no tuvo la merecida repercusión (uno tiene la sensación de que, casi siempre, tienen que ser los de fuera los que nos aplauden, como así lo hizo, por ejemplo, Carlos Gardel dedicándonos el tango «La Gloria del Águila»).

cromo11aEste emprendimiento de Inteligencia Militar (dos términos contradictorios como decía Groucho Marx), contó con el respaldo del Estado, no hizo falta nacionalizarlo ya que se trataba de una cuestión del mismo y, para que todo quedara bajo el más estricto nivel de confianza, fue comandado por el hermano del General Franco, Ramón Franco (muy alejado del pensamiento de su congénere, llegó a militar como diputado en Barcelona en las filas de ERC). Este empréstito fue apoyado por el gobierno de Primo de Rivera y promocionado por todos los medios de la época y, por nuestra vocación de donantes perpetuos, el rey Alfonso XIII le donó el artilugio a la Armada argentina que lo empleó para el reparto de correo.

 

Este avión, con forma y fondo de ballena de Jonás, fue el precursor de otros hitos pioneros de la aviación y la Ingeniería aeronáutica como, por ejemplo, el primer vuelo en solitario de Nueva York a París del piloto Lindbergh a bordo del Spirit of Saint Louis. Eran aquellas primeras décadas del siglo XX y, a pesar de la incertidumbre que generan los conflictos armados, momentos de fervor popular por los descubrimientos, creatividad en todos los ámbitos y explosión de iniciativas innovadoras. Sirva de ejemplo la aparición de una de las primeras sociedades aeronáuticas españolas, B.C.D, cofundada en 1912 por un jovencísimo Juan de la Cierva que desarrolló su ingenio para hacer volar un autogiro (similar al de Leonardo DaVinci) pero utilizando un sencillo sistema de alas fijadas a un rotor.
Esta semana, en mi medio de comunicación favorito (que es el que realmente nos permite ejercitar la necesaria destreza de la escucha activa), entrevistaban a nuestro más ilustre astronauta. Desde el transistor, Pedro Duque explicaba, en perfecto castellano, las bondades de la nueva misión de la Agencia Europea del Espacio que buscará indicios de vida en Marte. No sé si a la tercera será la vencida (la Nasa ya se ha estrellado con una misión «express» y con robots curiosos y oportunistas) y encontraremos allí metano, propano o mengano pero, lo verdaderamente importante como fruto de la «Ingeniería del talento» que llevamos décadas sembrando en nuestro país, es que toda la coordinación científica se realizará en y desde el Centro de Operaciones de Villanueva de la Cañada en Madrid.
La cuestión más relevante de este hecho, como suele suceder en una tierra que normalmente no respalda a sus profetas, es que su repercusión mediática ha sido mínima cuando España asume casi un 7% del presupuesto con empresas como Elecnor Deimos, Sener, Thales Alenia, Crisa o CASA. Además, a nivel de lo que en Innovación denominamos «alianzas estratégicas», es un proyecto de cooperación sin parangón, en el que Europa se aventura a la misión acompañada de la experiencia de la agencia rusa «Roscosmos». De este modo, el viejo Occidente demuestra, a la aldea global, el poderío tecnológico que supone «amartizar» la nave más grande enviada por Europa, tal y como lo hizo el hidroavión «ballena» en el Mar de Plata hace casi un siglo.
cromo19aEl lema «Plus ultra» debería ser tomado como bandera por todos los innovadores que nos dedicamos a desafiar aquella vetusta advertencia de la mitología griega. Ésta decía que Hércules había puesto dos pilares en el Estrecho de Gibraltar, el que se creía entonces el límite del mundo, aquella frontera que los navegantes nunca podrían alcanzar. El comandante Ramón Franco y sus compañeros de viaje, a pesar de la popularidad de su vuelo mítico, de vuelta a España y desde la premisa de la humildad, le propusieron al entonces presidente del Gobierno lo siguiente: «un nuevo viaje aéreo que además de establecer y servir de ensayo definitivo de los transportes rápidos, lleve el prestigio español a aquellos países que no fueron visitados por el ‘Plus Ultra’ demostrando al mundo que España no ha perdido su puesto en la vanguardia de la civilización».
El propósito de la mítica tripulación era realizar el vuelo desde Los Alcázares a Nueva York con un aparato con motor hispano, haciendo escalas en las Islas del trío de las Azores y Halifax. Una vez regresaran a las costas gallegas, desde la ciudad de los Estados Unidos, harían escala en Terranova. A pesar del apoyo estatal, la improvisación, los fallos de montaje y algunos errores de cálculo en el combustible, dieron al traste con este viaje, sin completar así, la primera etapa que eran las islas portuguesas. Obviamente, para un innovador, no se trata de un fracaso.
El auténtico fracaso pudo ser que este cúmulo de despropósitos, estuvo a punto de costarle la vida a sus tripulantes, desaparecidos varios días y finalmente rescatados por el portaviones británico «Eagle» cuando se encontraban flotando sobre el Atlántico. Ya lo había profetizado Ramón Franco, cuando, con optimismo «duroniano», al despedirse antes de embarcar les dijo a los presentes: «A ver dónde nos lleva esta lancha, la lancha del pescador».

No llegaron muy lejos en el espacio pero la lancha se lanzó de nuevo, que es que lo realmente deriva en valor para el  progreso científico de una sociedad. Cuando hablamos de Innovar, el «Non Terrae Plus Ultra» significa darnos una segunda oportunidad para explorar tierras nuevas. Intentarlo de nuevo, nos conduce a arrivar a un nuevo Finisterre, encaminarnos a una Odisea o desembarcar en Itaca. Hay que cultivar, ejercitar y desarrollar mentes despiertas, atentas e intuitivas para que, cuando el dedo del sabio señale el planeta rojo, no nos quedemos «pasmados» mirando el dedo, sino que tengamos en nuestro ser aquella virtud antigua de la perseverancia.

LaNación-Portada-PlusUltraDesde esta tribuna, me permito la libertad de defender la inversión en «Ingeniería del Talento», aprender de nuestra Historia reciente y creernos, con valentía, que somos lo que somos: un país artesano de la imaginación, cuna de la Innovación y panadero de la creatividad. Debería florecer ese antiguo «fervor popular» que nos haga sentir orgullosos de llevar nuestro AVE a la Meca, nuestra Excelencia arquitectónica a todas la ciudades del mundo o nuestros aparatos aeroespaciales a los confines del Universo. Eso ayudará a reforzar nuestra imagen externa, propiciar el crecimiento interno para transformarnos en un país atractivo a los inversores y convertirlo en un destino idóneo para el emprendimiento como nexo comercial entre Europa, África y América.

Como los mejores panaderos, en imita centramos y concentramos nuestros esfuerzos en seleccionar los mejores ingredientes del mercado global para mezclarlos, darles forma, con el consiguiente reposo, fermentación y horneado. Así entregamos a nuestros clientes el valor añadido que supone crear Ecosistemas de Innovación en los que el Conocimiento generado, transforma a las personas de «colines a Colones«, de pan pistola a pan de pita, de trabajadores a descubridores.
 Soplan Aires Buenos para la Innovación. Soñemos con nuevas tierras. Viajemos más allá.

 

                                                                 Decíamos ayer, Creer para Crear

imitaDecimos hoy, Crear para Mejorar

Diremos mañana, Mejorar para Crecer

  
Alberto Saavedra
 Socio Director

www.imita.es

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