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La Alternativa

Como sucedía con los grandes imperios, cuando pretendían que sus soldados se desplazaran deprisa, en los proyectos disruptivos, ante un bloqueo creativo o ante situaciones como la sobrevenida por la pandemia, cuando nos encontramos delante de un río o de un barranco, la única alternativa posible es tender PUENTES con otras empresas, equipos o personas para construir un lugar por donde poder cruzar.

Fuente: EUROPEAN CENTRAL BANK

Todos nos sentimos abrumados por el contexto de la situación que nos rodea y, como decía Edward de Bono cuando aplicaba sus técnicas de pensamiento para liberarse de la tiranía de la complejidad, mucha de las complicaciones que sufrimos en nuestra vida cotidiana desaparecerían al preguntarnos si la razón original de algo todavía resulta pertinente. En mi vida profesional sigo conociendo Consultoras, con ese modelo de negocio mal concebido en las «big six» de querer complicar las cosas para facturar más horas por sus honorarios profesionales.

En imita, a Dios gracias, no trabajamos así ya que nuestro trabajo diario es aportar soluciones. La simplicidad sólo es peligro cuando no sabemos muy bien de que estamos hablando. Cuando los políticos hacen reformas en las legislaciones, rectificaciones, enmiendas no están basadas en diseñar puentes para los ciudadanos sino que lo hacen con la única razón de ser de su propio bienestar sillonero que es su estatuto jurídico.

Lo simple sería distribuir el dinero pandémico europeo con Planes que contribuyan en algo a la comunidad y que construyan un puente hacia ese futuro mejor «postcovid«. La evidencia del siglo XXI nos enseña que cualquier persona puede ganar dinero (de forma fácil como lo hemos vivido en la era de la promoción inmobiliaria o en el nuevo paradigma de la inversión en criptoactivos) pero sólo el buen gestor transforma los medios en alternativas viables para usarlo de manera responsable.

Para hacerlo no hay que predicar con el ejemplo sino tomarlo en primera persona y seguir el símil a modo de experiencia de lo que sucedió a finales de los 90 cuando la Eurozona la formaban 12 países y el Instituto Monetario Europeo, el antecesor del Banco Central Europeo, no quiso favorecer a ninguno de los miembros en el diseño de los billetes de euro. En un primer momento, se pensó en utilizar la imagen de monumentos emblemáticos de los países. Cómo sólo se emitieron 7 billetes, para que ningún Estado se sintiera molesto, se decidió usar la imagen de puentes ficticios como símbolo de la unión y el vínculo que existía entre los europeos que iban a usar esa moneda común.

Los puentes eran ficticios y fueron diseñados por el austríaco Robert Kalina y representan, además del nexo entre culturas, las siete épocas arquitectónicas por la que ha pasado Europa: Arquitectura clásica, románica, gótica, el Renacimiento, el Barroco, el Art Noveau y la arquitectura contemporánea, según el valor facial de los billetes. Como la ficción muchas veces es la precursora de la realidad, el artista Robin Stam tuvo la ocurrencia de recrear los puentes en los Países Bajos y los puentes se pueden visitar en Rotterdam con el mismo color original que aparece en los billetes de papel.

El problema de la COVID al que nos enfrentamos no es ficticio y me trae al recuerdo el problema de los siete puentes de Königsberg (Kaliningrado), ese problema matemático que resolvió Euler y que dio origen a la teoría de grafo que usamos a diario en proyectos como los de Deep Machine. La ciudad estaba atravesada por un río, dividiendo la ciudad en varias partes comunicados por siete puentes: el puente del herrero, el puente conector, el puente verde, el puente del mercado, el puente de madera, el puente alto y el puente de la miel.

El supuesto es sencillo: dos islas se unen entre ellas y con la tierra firme mediante siete puentes. La pregunta que se hacían los ciudadanos era la siguiente: ¿Se pueden atravesar todos los puentes pasando sólo una vez por cada puente? La respuesta aparentemente es negativa pero Euler demuestra una solución generalizada del problema mediante la representación de grafos. Las matemáticas reducen el problema a decidir si existe o no un camino que comience por uno de los puntos, recorra todas las líneas a la vez y regrese al mismo punto de partida.

Dos de los siete puentes originales fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial y otros dos posteriormente demolidos reemplazados por carreteras modernas. Cuando sólo quedan tres puentes, sobre ellos si se puede definir un camino euleriano, es decir, una ruta que comienza en una isla y termina en otra.

Si queremos soluciones innovadoras, cada vez que salgamos de un lugar hemos de elegir los pasadizos inexplorados: es la única salida al laberinto de la pandemia.

«“Podemos cruzar los ríos de la duda y el desánimo en el puente de la fe, incluso antes de llegar a ellos”. Sterling W Sill, sabedor de cómo beneficiarse personalmente de las leyes del éxito.

Alberto Saavedra at imita.es Chief Vissionary Officer

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