La Innovación es el oxímoron de la empresa. Es ese recurso innovador que nos permite combinar expresiones de significado opuesto en una misma estructura, con el objetivo de generar un tercer concepto con nuevo sentido. Así lo hace la literatura en castellano con expresiones como “inteligencia militar” o “armas inteligentes”; cuando, de todos es sabido, que no resulta muy racional usar medios que buscan la destrucción de seres vivos.
En esta «aldea global«, el equipo de imita tiene la fortuna de ser juez y parte del ciclo de la Innovación y el progreso de las empresas a las que acompañamos. Sin embargo, a modo de denuncia constructiva, hay que decir que desde la Administración Pública se peca de demagogia al juntar palabras, al libre albedrío, con el vocablo Innovación.
Sucede, en algunas de esas ocasiones, al aplicar el silencio administrativo y no el rigor técnico y científico, que, al unir un término con Innovación, el discurso resulta contradictorio, inconexo y sin sentido. Se produce lo que denomino oximoron del idiota y, se cumple la máxima del pensador neoyorkino: «puede que tal persona parezca un idiota y que actúe como un idiota, pero no te dejes engañar: realmente es un idiota».
El problema es que muchos jóvenes, revestidos de su inocencia, pureza y virginidad emprendedora, se acercan a pedir asesoramiento, consejo y apoyo PÚBLICO y el camino que les indican no siempre es el correcto porque, precisamente, la paradoja del emprendimiento, es que no hay un «roadmap» establecido. Sólo hay que ponerse a caminar y dejarse llevar por las hadas de la Inspiración, los duendes de la Creatividad y los elfos de la Improvisación.
Muchos de estos jóvenes me recuerdan a aquel Emilio Aragón que, en los años 80, se dirigía a un puesto de información dentro de un edificio institucional y una chica le señalaba un letrero en el que ponía «Siga la linea Blanca» y, a partir de ese momento, al ritmo de la sintonía de «El puente sobre el río Kwai«, disfrutábamos cada semana con Milikito siguiendo esa línea con la que cruzaba campos y ciudades de España hacia los lugares más inverosímiles.
Probablemente, el que sería fundador de Globomedia y Director del programa de éxito «VIP noche«, en aquellos años empleaba su talento natural y creatividad circense al servicio de la improvisación y, ni en vivo ni en directo, importó el formato televisivo que triunfaba en aquellos maravillosos años en la Gran Bretaña al ritmo de la banda sonora de Benny Hill. También utilizaba coletillas como «Soy Emilio Aragón y usted no lo es» como réplica de la frase mítica de Chevy Chase en el «Saturday Night Live» al otro lado del charco.
De blanco satén se tiñen las calles de Pontevedra al tener los últimos años cero muertes por atropello. La política de su alcalde ha conseguido que el peatón sea dueño y señor de la ciudad gallega convirtiendo el municipio en un modelo internacional. El 70% de los ciudadanos van en transporte público, los vehículos van a 30 por hora con la consiguiente reducción de emisiones y se cronometran las entradas de los vehículos en el casco histórico, hasta en bodas, bautizos y funerales.
De hecho, aunque nadie es profeta en su tierra, inventaron, siguiendo las recomendaciones de la OMS de los siete mil pasos diarios, el Metrominuto, un plano peatonal que indica las distancias a pie, proyecto por el que recibió un premio de la Unión Europea. Este sistema fue patentado en su día por el Ayuntamiento gallego pero todavía no ha recibido ni un «royalty» a pesar de haberse incorporado en más de 30 ciudades el mundo como París, exportado su modelo de ciudad sostenible a ciudades como Nueva Orleans y recibir galardones internacionales cada año.
Cuando aplicamos en imita la técnica de los seis sombreros para pensar de Edward Bono (nosotros incluimos el de la Innovación como séptimo color), el blanco sugiere neutralidad, el análisis de la información pura. Es el color protector por antonomasia, nos aporta paz y confort, nos libera de las opresiones mentales y echa en nuestra mente el agua incolora que nos permite aclarar las emociones y pensamientos.
En imita, enseñamos a nuestros clientes a desamprender y poner la mente en blanco, limpia, sin prejuicios. En la Escuela y en la Universidad, en general, sólo nos han enseñado un aprendizaje acumulativo que no crea, ni cambia, ni innova. El problema radica en que lo que llamamos conocimiento o experiencia se convierte en un filtro mental que limita nuestras posibilidades de cara a crear, imaginar e improvisar.
Cuando desamprendemos, ponemos encima de la mesa un papel en blanco para Innovar, como símbolo de la unión, síntesis y fusión de nuestro proyecto con el entorno y habilitamos a nuestra mente para que desarrolle todas sus capacidades, destrezas y habilidades (eso que ahora llamamos las inteligencias múltiples).
Como alquimistas de la Innovación, ponemos la mente en blanco para abrir las puertas a la luz y comprender el mundo por encima del caos. El blanco sintetiza la unión de todos los colores del espectro. De hecho todas las culturas, tanto orientales como occidentales, pintan de blanco el camino que conduce a la piedra filosofal y angular que sostiene la Arquitectura del Universo.
En el capítulo final del sketch de Emilio Aragón, que nunca llegó a emitirse, se grabó la llegada de nuestro protagonista a una puerta tras la que se hallaba un abismo. En su garganta se veían otros muchos señores que se amontonaban tras seguir y seguir la línea blanca.
No caigamos en el abismo de no ser los protagonistas de nuestra vida.
Abramos las puertas a la Imaginación y pintemos nuestros proyectos en Technicolor.
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Cedric_P
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