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El Circo de las Mariposas

En el vasto lienzo de la historia, encontramos personajes que desafían las convenciones y nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza de la innovación en cualquier ámbito. Uno de ellos es Juliano, el emperador romano del siglo IV, conocido como «el Apóstata«. Su intento de revivir el paganismo en un imperio en transición nos ofrece una fascinante perspectiva sobre cómo la observación y la adaptación pueden impulsar el cambio social.

Juliano, un filósofo neoplatónico en el trono que nos recuerda a algún líder resiliente de nuestra época, quedó impresionado por la eficacia de la organización social cristiana. La red de asistencia de la Iglesia, que atendía a los más vulnerables, era un factor clave en su creciente popularidad. En un intento de competir, Juliano impulsó la creación de instituciones similares, fomentando la denominada «filantropía pagana«.

Las cartas de Juliano revelan su admiración por la disciplina y la cohesión de las comunidades cristianas. En sus edictos, instaba a los sacerdotes paganos a imitar la conducta ejemplar de los clérigos cristianos y a practicar la caridad. Ordenó la construcción de albergues, hospitales y comedores públicos, inspirándose en los modelos cristianos.

Juliano creía que la renovación del paganismo debía ir acompañada de una reforma moral y educativa. Promovió la educación filosófica y la práctica de virtudes como la templanza y la justicia. Su objetivo era crear una sociedad pagana más virtuosa y cohesionada, capaz de competir con el cristianismo bajo lo que ahora se llamaría un decreto omnibus.

Como bien nos relató Juan Luis Arsuaga en las Jornadas sobre el papel geopolítico de España en su Historia que

disfrutamos el mes pasado en el Senado, al ser humano no le seduce la Historia como Maestra y, aunque avancemos en el kayros 1.600 años, siguen los intentos fallidos de «innovación» en el liderazgo mundial, véase cuando Donald Trump trata Volodymyr Zelensky como un emperador trataría a un gobernador de provincia rebelde.

Varios errores de bulto en una supuesta reunión de negociación y siempre arropado por su fiel escudero que parece mentira que hay sido educador…. Primero, Trump sugiere que Ucrania no verá ni un dólar más de ayuda estadounidense si no negocia con Rusia. Luego, lanza una advertencia digna de los mejores villanos de Marvel: Zelensky «no estará mucho tiempo por aquí» si sigue así.

No hay que ser muy despierto para saber que, en su piscina de oro (léase, Twitter, Tesla y SpaceX), nuestro querido «Tío Gilito» de la era moderna, como buen magnate, es el que maneja piezas clave en el conflicto, como Starlink, y su influencia es inmensa, aunque para los que somos neonatos en pensamiento político a veces nos parezca tan sólo un niño rico jugando con trenes eléctricos.

En este circo geopolítico, Zelensky se asemeja al protagonista de «El Circo de las Mariposas«, aquel hombre sin extremidades que, a pesar de todas las adversidades, se convierte en un símbolo de resistencia y dignidad. A diferencia de Juliano el Apóstata, Zelensky no juega a la imitación; sabe que la clave para la supervivencia es la autenticidad, no el postureo. Por su pasado de comediante conoce que, en lugar de resignarse a su destino, la lucha es el único camino para intentar levantar el telón de la PAZ.

La historia de Juliano nos enseña que la innovación social no se trata solo de copiar lo que funciona. Si fuera así de fácil, Trump sería un líder visionario y Musk estaría resolviendo el hambre en el mundo en vez de tuitear memes. La verdadera innovación necesita comprender el tejido social, no solo replicar estructuras de éxito esperando que, por arte de magia, den los mismos resultados.

Trump es el típico CEO que cree que dirigir un país es como vender torres de cristal en Manhattan. Y claro, en su mundo, si Ucrania o Palestina quiebra, simplemente se le cambia el nombre y se relanza como «Putinlandia o Pagafantas Resorts».

Y su fiel escudero, ese CTO hecho a si mismo que decide burlarse de Zelensky en redes sociales, porque claro, nada aumenta la fama de «genio visionario» como reírse de un país que intenta no ser aniquilado. Recordemos que es el mismo hombre que vendió la colonización de Marte como un sueño colectivo y ahora se ha convertido en el bufón digital que juega a mover los hilos del mundo desde su cuenta de X. Al final, más que un innovador, parece un emperador romano decidiendo el destino de gladiadores con un pulgar hacia arriba o hacia abajo, con un cohete en una mano y un meme en la otra.

Queridos estadistas unidos, las relaciones internacionales no son transacciones inmobiliarias ni se llega a acuerdos con memes. Sólo hay una fórmula de éxito: ponerse los zapatos del otro (aunque sean de camuflaje). Así que, como diría cualquier asesor de comunicación a Juliano antes de su desastroso intento de copiar la caridad cristiana: si vas a imitar algo, al menos entiende por qué funciona.

De otro modo repetiremos los mismos errores y volveremos al bucle del «Panem et Circenses» como receta del poder: alimentar con promesas vacías y entretener con polémicas.

En ese escenario, Trump nos seguirá vendiendo biblias para financiar campañas, Musk nos venderá humo para llegar a Saturno y Zelensky venderá su resistencia mientras el mundo observa en mantita-sofá y con las palomitas en la mano.

Pero el problema del espectáculo es que, tarde o temprano, se apaga la luz, se desmonta la carpa y nos queda la cruda realidad.

«Show Must NOT Go On».

«Estos impíos galileos alimentan no sólo a sus propios pobres, sino también a los nuestros; recibiéndolos en sus ágapes, los han atraído, como hacen los niños, con pasteles», emperador Flavio Claudio Juliano, conocido como el Apóstata.

Alberto Saavedra CXO imita.es Chief Exponential Officer

blog.imita.es

 

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