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Europa no es Suecia

La Ley de conservación de la materia establece que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma; de manera análoga, la Ley de conservación de la energía establece que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Pues, a mi entender, existe una ley sin formular que dice que el hombre no es solo Homo sapiens
sino que se transforma en un Homo moralis que lo dota de valores como el reconocimiento de culpa, autodominio, solidaridad, amor, generosidad, altruismo y honestidad, entre otras, como cualidades innatas y transformadoras de la realidad humana.

Desde la Edad Media, la antropología filosófica destaca el carácter único e irrepetible propio de cada ser humano, cada persona. Esto coincide plenamente con los datos de la ciencia, que destaca la identidad genética individual y singular de cada ser humano. Kant ya distingue claramente entre «valor» y «dignidad». Concibe la «dignidad» como un valor intrínseco de la persona moral, la cual no admite equivalentes. La dignidad no debe ser confundida con ninguna cosa, con ninguna mercancía, dado que no se trata de nada útil ni intercambiable o provechoso.

En una época en la que nuestros macrodatos son el nuevo petróleo y la Inteligencia Artificial es la electricidad se le han dejado a la bioingeniería el poder para controlar la medicina génica que creará el «homo superior» amparado en el transhumanismo que pretende modificar la raza humana y crear nuevas formas de vida con la excusa de la mejora continua.

En 2015, especialistas de todo el mundo firmaron frenar los experimentos de edición de embriones humanos hasta desarrollar un marco internacional que lo regule. Por fin ahora, como arrieros que somos, ya tenemos un nuevo objeto para nuestro mercadillo virtual. Han legislado que los embriones formen parte de la Ley del Comercio como una mercancía más (hasta ahora la UE prohíbe las patentes y el uso comercial de embriones humanos según la última directiva) y lo han aprobado TODOS los grupos políticos al los que hemos renovado hoy su contrato por cinco años.

En esa epístola hace casi diez años, la comunidad científica mundial hizo una llamada una moratoria global en todos los usos clínicos de la edición de la línea germinal humana, es decir, cambiar el ADN heredable (en esperma, óvulos o embriones) para crear niños genéticamente modificados. Entre ellos se encontraba Charpentier, premio Nobel de Química por el descubrimiento del método CRISPR-Cas9, para la edición génica, que hoy se utiliza de manera experimental para curar enfermedades de niños y que es a la reproducción asistida lo que el ChatGPT es a la IA.

No entiendo mucho de leyes pero creo que por moratoria global se referían a una prohibición permanente y cómo para retomar es mismo espíritu mil personalidades de distintos ámbitos publicaron otra carta el año pasado (entre ellos Elon Musk) pidiendo a la comunidad tecnológica que frene el desarrollo de los sistemas de inteligencia artificial, entre ellos el ChatGPT 5, que supondría una capacidad de manejo del lenguaje humano capaz de comprender y tomar decisiones con un grado de «raciocinio» y autonomía asombrosamente parecida a la nuestra. Pidieron una parada de seis meses, para que la sociedad piense y emita regulaciones y desarrolle equipos técnicos para la gobernanza global de la Inteligencia Artificial pero nadie ha tirado todavía del freno de mano.

La Inteligencia Artificial ya ha entrado en el mercado de la reproducción asistida y hay muchos bebés cuyo embrión ha sido seleccionado por un algoritmo y, en vez de potenciar la IA en los diagnósticos médicos, trabajamos en la programación de robots que hagan la fecundación entre un óvulo y un espermatozoide.

Martín Varsavksy, emprendedor en serio y en serie y fundador de Overture LIfe o Gameto, empresa que produce robots para laboratorios de embriología, dice estar muy cerca de lograr el primer nacido con esta intervención mecánica. También están trabajando a toda máquina en los úteros artificiales (han logrado mantener vivo un feto de cordero muy prematuro durante un mes) fecundados por androides para subirse a la ola del «Bebé On Demand».

Hace casi 100 años que Aldous Huxley publicó Un mundo feliz, obra en la imaginaba un Reino Unido en un Brexit imaginario en el que los niños se fabricarían en serie y la sociedad se vería totalmente dominada por el uso masivo las drogas y la promiscuidad sexual. La historia, el arte y la literatura habrían dejado de existir en ese mundo, dando lugar a la aparición de la música sintética y la televisión basura. La ciencia ha triunfado sobre la espiritualidad, de tal manera que los seres humanos son fabricados en laboratorios y el deterioro físico puede detenerse artificialmente.

Este lugar imaginario llamado Utopía no era otra cosa que un infierno totalitario, los gobernantes utilizan la manipulación genética como medio para alcanzar sus fines. La suya es una sociedad superficialmente feliz, en la que los ciudadanos están condicionados por los genes, el lavado de cerebro y las drogas. La familia, como institución, ha sido abolida y los derechos de la vida son propiedad del Estado con lo que los bebés vienen al mundo sin tener que pasar por el vientre de su madre. Nacen por medio de una sistema de reproducción en serie, controlado por el Gobierno.

En esa vuelta a la Edad Media, a los individuos Alfa, el nivel más alto, se les dota de genes perfectos, mientras que los de la clase Epsilon reciben menos oxígeno del debido con el propósito de obtener personas cuasi-idiotas con el fin de asegurar la estabilidad social.

En ese mundo feliz, todas las mujeres son consideradas como seres neumáticos personas que vivían permanentemente obsesionadas por el cuidado de su cuerpo y que recurrían a modernos fármacos para retrasar su envejecimiento como se está haciendo en la actualidad gracias a los avances de la medicina genética, tan prometedora como peligrosa, cuyo desarrollo sin control nos puede llevar a una desigualdad entre ricos y el resto de la sociedad como la del medievo.

La sociedad estaba felizmente controlada gracias a la droga, la que prescribía el propio Estado en UTOPÍA a su ciudadanos se llamaba Soma, un seguro contra todo tipo de desequilibrios psicológicos e intentos de difusión de ideas subversivas. Ahora convivimos con el prozac, un antidepresivo que a pesar de tener efectos nocivos sobre la salud consumen más de 40 millones de personas en todo el planeta, lorazepam para relajar la ansiedad o el retalin para la concentración de jóvenes con supuesto bajo rendimiento académico.

Creo que, más que centrarnos en Soluciones tecnológicas deshumanizadas o dispensar pastillas para adormecer el pensamiento crítico, necesitamos crear una Estrategia Global Social, Económica y Política a la altura de la tecnología que acompañe la Innovación con el fin de que evitemos que la Inteligencia Artificial haga dioses a unos pocos que se perpetúen con sus superbebés en el poder y nos sumerjan al resto en el más duro medievo.

Y, sobre todo, tener en cuanta aquello que ni Kant, ni Musk, ni Huxley ni otros profetas visionarios supieron ver y es el papel que desempeña la propia naturaleza humana y, sobre todo, nuestra dignidad, aquella que nos permite desear tener libertad elegir el camino de nuestra vida y soñar sin límites el futuro de nuestros nietos.

Por supuesto que no es malo que la Tecnología forme parte de nuestra evolución pero las leyes tienen que poner límites a la acumulación de poder de empresas cuyo loable objetivo es ganar dinero y que, según dicta la ley de Moore, pueden generar conexiones artificiales infinitas.

Eso nos puede conducir a la paradoja de que la Tecnología sea la que cabalgue a lomos del Homo Sapiens y que, para recuperar nuestra dignidad, la única salida sea subirnos en el DeLorean para regresar de ese incierto futuro a la VIDA.

“Me temo que no habrá tiempo para los embriones intelectuales. Debemos subir a las Guarderías antes de que los niños despierten de la siesta de la tarde!.. Aldous Huxley, Un Mundo Feliz en el que los embriones tenían agallas

Alberto Saavedra CXO imita.es Chief Exponential Officer

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