Decía el escritor italiano Errico Buonnano que «detrás de cada dictador hay un artista fracasado”. PseudoArtistas como Benito Mussolini que presumía de tocar el violín para dar leyes sabias al pueblo y dominar a las masas o Francisco Franco que, después de firmar los fusilamientos diarios, se refugiaba en el dibujo a la hora del té.
Otras mentes inspiradas e inspiradoras como la de Adolf Hitler convivían en la intimidad con una faceta artística mientras reprimían a los sometidos ciudadanos. Este Chaplin militar, a los 12 años, intentó entrar dos veces en la Academia de Bellas Artes de Viena pero no paso este examen y se ve que, el desencanto de su falta de talento, le condenó a pintar con sangre mientras escuchaba de fondo su villancico preferido «Noche de Paz».
Fue compuesto por el joven cura alemán Joseph Mohr que ideó, éste con gran talento musical, un poema de seis estrofas como anhelo de esperanza, paz y consuelo (de hecho logró interrumpir en varias ocasiones la guerra). La propaganda nazi intentó apropiarse de él y alterar la letra cantando «…todo duerme… Adolf Hitler vela por el destino de Alemania«.
Cuando los dirigentes sucumben a los embrujos del poder llegan a querer reinventar la Navidad, una fiesta cristiana en la que celebramos el nacimiento de un judío y que ensalza los mejores valores. El dictador cambió el nombre a Weihnachten, término del solsticio de invierno, recreó los villancicos hablando del Führer Salvador y los abetos no terminaban en la estrella sino en una esvástica que indicaba el camino hacia un «Jardin nazi» en el que San José, la Virgen y el niño ya no venían de Belén sino que eran «berlineses arianizados«.
Esta peculiar campaña de marketing se apoyaba en un panfleto de veinte páginas, encontrado recientemente en Dresde, que servía a la propaganda del Partido Nacional Socialista para instruir a la población. El texto promulgaba grandes dogmas como que María es la madre de toda Alemania o que los Reyes Magos eran obreros alemanes que acudían a visitar a Hitler, el Mesías, el salvador del pueblo que, para bonanza de la humanidad, perdió la guerra.
Este 2022 nos ha despertado con una tercera guerra mundial que ya convivía con nosotros hace tiempo, a nivel energético, ciber y geoestratégico, pero esta nueva misión soviética por la paz mundial crea una nueva realidad internacional ideada por autócrata que no tiene límites: si sueña con bombardear una central nuclear, se bombardea con la condescendencia global
La verdadera tregua de la Navidad se consigue cuando uno se desprende de la potestad humana y se deja llevar por el espíritu de la autoridad que nos otorga poner nuestra creatividad al servicio del bien común. Asi lo hizo en el 2012 Ole Kassow promotor del proyecto internacional «En bici sin edad«. Paseaba por el carril bici en Copenhague, ese camino verde que escasea en nuestro país, y saludó a un señor de casi 90 años que estaba sentado en un banco.
Con mucho tacto, le preguntó si quería dar una vuelta con él. El nonagenario le respondió, con esa alegría que concede casi un siglo de experiencia, que sería un placer. Sin el ingenio de los astutos dictadores pero con la corriente alterna del emprendedor social alquiló un triciclo turístico y llevo a pasear al anciano y a su cuidadora. Esta experiencia cuajó en los países nórdicos y se ha exportado a más de treinta países del mundo, incluido España.
Vivimos tiempos convulsos en los que el mundo sigue pedaleando sin preguntarse la dirección pero en el que todavía hay sitio para la ESPERANZA.
La dirección a veces es una gruta como la que emerge en la Basílica de la Natividad de Belén que tiene sólo1,20 metros de altura. En las Cruzadas, se redujo de los 5,50 metros iniciales ( por el que los emperadores y califas entraban) para proteger eventuales asaltos a caballo.
Desde entonces, quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse.
Mis deseos más profundos para todos, Feliz NAVIDAD 2022 y lo mejor del 23.
«Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año». — Charles Dickens», cuentista inglés.
Alberto Saavedra CXO at imita