El RISK es un juego creado por Albert Lamorisse en 1950, poco después de la segunda barbarie humana del siglo, y es uno de los más conocidos del mundo sobre como conquistar territorios. El objetivo del juego es simple: atacar y capturar territorios enemigos con el fin de aniquilar al oponente y convertirse en el gobernante del mundo.
Se juega en un tablero que representa un mapa político de la Tierra con 42 territorios que se agrupan en seis continentes incluyendo a Groenlandia. Curiosamente Ucrania no está incluida en el territorio ruso (6) sino que pertenece desde su creación al número 5: Europa del Sur. Al contrario de lo que sucede en la guerra putiniana, las reglas del juego vienen marcadas desde el principio y se ponen límites para garantizar el equilibrio de la partida.
La normas no avalan ni prohíben alianzas o treguas y de ese modo se evita que la probabilidad de los dados, de las balas y de las bombas pueda hacer morir a un bebé de 18 meses en los brazos de su madre. Los jugadores a menudo forman esos tratados no oficiales por varias razones: para protegerse de ataques en una frontera mientras concentran sus fuerzas en otro lugar, salvar a la población desvalida o eliminar a un jugador que se ha vuelto demasiado fuerte.
El juego original estaba previsto para un mínimo de 3 jugadores pero parece ser que los Reyes Ortodoxos rusos le han traído a ZarPutin la última versión del juego, el de Dominación Global. Esa versión es sólo para dos jugadores o, en el caso de que sean tres, el Ejército Neutral sirve sólo como obstáculo estratégico para los jugadores haciendo de un «tercer jugador ausente» (es decir, con la neutralidad de nuestra leal OTAN o nuestra invisible ONU).
Y, como marcan las normas del juego de dominación, este ejército neutral no invadirá territorios, por lo que no se verá beneficiado con refuerzos militares, ni tampoco podrá fortificar posiciones. Su única labor será defensiva, de vigilancia o incluso de entidad ausente, observando los avances de uno u otro jugador sin causar daño al dominador imperial.
Como pasará en la guerra putiniana, a no ser que los estados democráticos hagamos algo para evitarlo, la victoria en el juego llega cuando un jugador ha aniquilado al otro, por lo que ya no será necesario apropiarse de los territorios que están en manos del otro ejército. Como en el RISK, esta batalla es hasta el final pero, en esta guerra de guerrillas con suministro de insumos del Monopoly europeo puede hacerse infinita como sucedió en Afganistán o IRAK o un reparto final de los cromos como sucedió en Yugoslavia.
La tercera guerra mundial ya convive con nosotros hace tiempo, a nivel energético, ciber y geoestratégico, pero esta nueva misión soviética por la paz mundial crea una nueva realidad internacional ideada por autócrata que no tiene límites: si sueña con bombardear una central nuclear, se bombardea con la condescendencia global. Si se encapricha con quemar un Museo y perder el patrimonio de la pintura de Maria Prymachenko «Nuestro Ejército, Nuestros Protectores» y, por supuesto, si hay que volver a regenerar las fronteras de la Federación rusa, pues se recrean.
La selección natural es el fenómeno por el que unos seres vivos se reproducen más que otros. Nada tiene que ver con la supervivencia de los fuertes o los más aptos. Una estrategia natural y neutral de los defensores del apaciguamiento no puede ser que Ucrania no decida su destino y, por lo que ruge en esa tierra, no se van a resignar a perder su identidad como nación independiente para sus hijos.
Si a ZarPutin no le paramos los pies y le quitamos el turno, seremos cómplices del desahucio de todas las familias refugiadas o del derribo de la Iglesia de Santa Sofía para hacer con sus piedras un nuevo muro de Berlín.
Dios, sea ortodoxo, católico o protestante, no juega a los dados, ni al Fornite ni es el guionista de La Casa de Papel pero su discurso nos recuerda, desde siempre, la importancia de la vida humana con esa súplica que repite en su obra el artista argentino Daniel Kuryj, descendiente de ucranianos: «NO MATARÁS».
«Tenemos que hacer planes para la libertad, y no sólo para la seguridad, por la única razón de que solo la libertad puede hacer segura la seguridad”. Karl Popper, combatiendo con argumentos.
Alberto Saavedra at imita.es Chief Vissionary Officer