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Salamanca (España)
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La Flauta Mágica

Todos estamos de acuerdo con Tim Cook cuando, en el décimo aniversario de la muerte de su amigo Steve, le escribió una carta corroborando que las personas con pasión como Jobs pueden cambiar el mundo a mejor son un referente que, a los emprendedores, nos enseña a volar.

Por supuesto que el fundador de Apple es un de los padres de la tecnología moderna, al igual que lo fue en su día una de las madres de la Informática, Mary Kenneth, monja de las Hermanas de la Caridad, primera Doctorada en Estados Unidos gracias a su tesis realizada en el denostado lenguaje matemático FORTRAN. Fue una de las creadores del lenguaje BASIC (Beginner’s All-purpose Symbolic Instruction Code) y, maridando Ciencia, Razón y Fe, fue capaz de profetizar el futuro de la Informática.

En sus publicaciones del siglo XX hablaba ya sobre la futura importancia de la Tecnología para gestionar la explosión de la información y, antes de los pseudoprofetas de las Redes Sociales, desde su monasterio o desde la Facultad de Ciencias de la Computación de la Universidad de Clarke ya soñaba con una Informática accesible para todos y mecanismos que sirvieran a los humanos para aprender mediante Inteligencia Artificial.

Cuando aprendemos algo, un idioma, emprendemos o estamos en pleno proceso de PIR (Político Interno Residente), como sucede con muchos de nuestros políticos de esta ESPAÑA VACILADA, es conveniente tener un referente, un modelo que nos enseñe que pese a las dificultades siempre pueden hallarse alternativas.

Ese Méntor de la mitología griega amigo de Odiseo que, cuando el héroe parte hacia Troya, al que le encomienda los intereses de Ítaca y la educación de su hijo Telémaco. Son esas personas, padres o madres, que han pasado por una situación semejante a la propia y nos brindan sus estrategias de superación. Es lo que los psiquiatras, como método preventivo del suicidio, llaman efecto Papageno y que, por suerte para las familias, tiene también el soporte tecnológico mediante apps diseñadas para la vigilancia del sujeto como Three, Prevensuic o CALMA.

El nombre de este efecto proviene de uno de los personajes principales de La flauta mágica de Mozart, un hombre humilde que durante la obra tratará de quitarse la vida pero al que tres espíritus o duendes terminarán por persuadirle de abandonar su intento, mostrándole otras alternativas y posibilidades. Representa al ciudadano natural y común, aquel que lucha por sus ideales haciendo política de calle que, como dice el obispo de Roma, es la forma más alta de caridad.

El vaudeville que hemos vivido esta semana me recuerda esa Aria en la que Papageno, que se encuentra desolado por no encontrar a su amada y quiere suicidarse (en nuestro caso no necesitaría coger la cuerda porque su mano derecha Tamino ya le hace el harakiri con una daga mediática) pero la oportuna aparición de los Tres Duendes (un gallego, un andaluz y un salmantino) que alaban la luz y condenan la oscuridad le hacen cambiar de idea. Como buenos mentores le aconsejan que toque las campanillas mágicas y así regresará Papagena (al redil del partido).

La Política no es una profesión ni un oficio, es una vocación. En este mundo postmoderno, postverdadero y postpandémico podemos prescindir sin reparo de todos estos políticos de partidos elegidos por una mal entendida democracia de masas. 

Si un político o una política o un «politique» se deja llevar por la vanidad común, estarán tentados a tomar decisiones basadas en ataduras emocionales tanto con sus aduladores como con los «haters» y no dejarán paso a la razón para gobernar de forma justa.

Si algún día alguno de mis hijos quiere ser emprendedor, monja o tenor estoy seguro que encontrará referentes, mentores y modelos. Lo que aporta mucha tristeza es que,  siendo nuestra generación la más y mejor formada, si llegados a su edad adulta alguno elige trabajar por el bien común tendrá que buscar «otros Nadales»  fuera de la política que transmitan valores, liderazgo y espíritu de resiliencia. 

Su bisabuelo, que fue teniente alcalde de mi aldea sanabresa y duende de los Concejos rurales, me decía que sólo hay dos formas de hacer política: o se vive de ella o se vive para ella.

Vivir para algo es lo que hacen los jugadores de mi equipo de fútbol que es uno de los abanderados del «fútbol popular«, Unionistas de Salamanca. No tuvo miedo en despreciar la limosna de cien mil euros del Real Madrid a cambio de hacer disfrutar a su afición de 90 minutos de la Copa del Rey. El equipo depende de los socios: un socio, un voto.

Si esta reunión de pastores es la política profesional, prefiero un partido de aficionados o, en su defecto, un solteros contra casados.

«Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”«. Max Weber, Sociología de la política.

Alberto Saavedra at imita.es Chief Vissionary Officer

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