En mi humilde opinión, el empresario tiene que poseer tres cualidades: ser innovador, ser un buen líder y ser un buen estratega. De este modo, cubrimos las tres vertientes de la Innovación: la técnica (productos, procesos, servicios), la Gestión de la empresa y, el Liderazgo, esas cualidades que le permiten ejercer como Coach del cambio. Este perfil innovador es algo muy estratégico, que requiere un alto grado de compromiso personal, inversión (no gasto) y perseverancia en el tiempo.

Siendo optimista, estimo que, a medio plazo, podemos superar en España la fase que exponía Darwin en sus teorías de selección natural: ”La ignorancia frecuentemente proporciona más confianza que el conocimiento”. El problema actual es que seguimos siendo muchos «hombres-masa», como postulaba Ortega y Gasset, que no valoramos lo que somos y preferimos, no innovar, ser uno más, ser idéntico a todo el mundo.
En estrategia empresarial, lo que es caro a medio y largo plazo, es ser mediocre. Si queremos ser mejores profesionales, tenemos que sembrar nuestra impronta innovadora en la compañía y creer, con pasión, que podemos resolver los problemas complejos con soluciones sencillas. Ser visionarios para adelantarnos a los nuevos escenarios y prepararnos ante el futuro con equipos formados por personas creativas que conviertan cada empresa en única e irrepetible.
Luchemos para que la mediocridad no triunfe en nuestra sociedad ya que nos produce mucho daño, tanto a nivel empresarial, como político y social. Saquemos brillo a las personas brillantes y eso, en muchas ocasiones, requiere de valentía por parte del directivo. Este valor se auspicia en el paraguas de un liderazgo positivo que se manifieste en palabras y acciones que valoren los esfuerzos de innovación y eliminen las barreras que impidan o anulen la creatividad.
Necesitamos empresarios que rechacen el discurso de que «si mi personal está mejor formado y es más creativo, se irá a la competencia». Decía Unamuno que «Sólo el necio confunde valor con precio». El Directivo innovador huye de la mentalidad del “cuánto me cuesta” y piensa en el “cuánto me genera”, es decir, cree en el valor de las personas.
«Los grandes espíritus siempre han tenido que luchar contra la oposición feroz de mentes mediocres». Pablo Neruda.