Decíamos en el Taller «InnoVAMOS» de imita, que celebramos en la Fundación de la Universidad de Salamanca hace unos días que, La Innovación es cuestión de tiempo. Casualmente, se planteó el supuesto de si la Universidad de Salamanca, después de casi sus ocho siglos de Historia, es en la actualidad una institución de referencia en Innovación o no. No hubo cuorum entre los asistentes así que, desde mi experiencia y conocimiento del «studii salamantini», puedo afirmar que todos los puntos de inflexión innovadora que se han dado en esta organización, han sido propiciados por las personas que han trabajado en ella, sus patrones y mecenas y, por supuesto, todos sus ilustres egresados desde que el rey Alfonso IX de León fundara en 1218 el Estudio General.
La Universidad de Salamanca ha sido siempre pionera en algunos ámbitos del saber y el conocimiento gracias a los medios que ha tenido a su disposición, esos privilegios y dotaciones recibidas del Estado a lo largo de la Historia. Sin embargo, en algunas ocasiones, disponiendo de los medios adecuados, no se ha otorgado la independencia y autonomía a las personas proactivas al cambio, para lograr una Innovación y mejora sostenible.
No obstante, haciendo un poco de Historia, podemos comenzar por recordar que fue la primera de Europa que creó un puesto de bibliotecario (estacionario) y, por ende, en poseer una Biblioteca. Unos años más tarde, en 1255, obtuvo la licentia ubique docendi con la que se reconocían sus grados en todo el mundo así como el privilegio de tener un sello propio (el mejor aval por parte de la Santa Sede) lo que le aportó convertirse en la referencia internacional, Además, fue la primera en impartir Teología, habilitar un espacio específico para la docencia (Colegio Mayo de San Bartolomé) y crear el primer Hospital de Estudio.
Si hablamos de personas innovadoras, Beatriz Galindo es probablemente la primera mujer universitaria en el mundo y su formación la llevó a ser consejera de la reina Isabel la Católica, labor por la que ha sido conocida como «la latina».
En Ciencias, podemos encontrar varias innovaciones notables como la creación de la cátedra de Astrología, con estudios como el «Almanach perpetuum» que luego daría lugar a la creación de la Biblioteca más grande de Europa en la que todavía se conservan las pinturas del Cielo de Salamanca.
Más adelante, con Antonio de Nebrija, el impresor de la Calle Libreros, la Innovación se tornó en su modo de vida, como demuestra su primera obra impresa «Introductiones latinae», siendo el primero en el mundo occidental que reclamó derechos de autor. No es coincidencia que el creador de la Gramática fuera catedrático de la Universidad de Salamanca. La institución ha sido la pionera en la creación del idioma que usamos 500 millones de personas.
También, cinco años antes de partir a las Américas, Cristóbal Colón estuvo en Salamanca, en el convento de San Esteban, donde sus propuestas de viajes fueron revisadas por los doctores de la Universidad de Salamanca. A éste le siguió Hernán Cortés, que aprendió latín y leyes pero, debió de realizar alguno de los Masters de emprendimiento de la USAL, y esa formación de espíritu aventurero le llevó a embarcarse para América y hacerse conquistador.
Del mismo modo, como es de todos conocido, nuestro escritor más innovador Don Miguel de Cervantes y Saavedra, sin titularse, residió en Salamanca y fue un apasionado de su vida universitaria, como lo corrobora el hecho de que todos los estudiantes de su obras, se formaron a las orillas del Tormes.
El siglo de Oro es netamente innovador en la Universidad, con invenciones como la Celestina de Fernando de Rojas, creaciones como la formación de la élite de Gobierno de España y América o albergar en su seno a la primera mujer docente de la Historia, Luisa o Lucía de Medrano que continuó las enseñanzas de Nebrija en su cátedra.
En Salamanca también se produce la renovación teológica del pensamiento humanista y, desde la Universidad, un colaborador salmantino del cardenal Cisneros, Diego López, publica su obra Annotationes contra Erasmum, el dominico Francisco de Vitoria obtiene la cátedra de Teología. Estas investigaciones serían la semilla de la Escuela de Salamanca que expresó su preocupación por los Derechos de los indios lo que sería el germen del «Derecho de Gentes», el Derecho Internacional y la Ciencia económica moderna.
Otras brillantes innovaciones de la Universidad de Salamanca en esa época son la reforma del calendario, que se convertiría en nuestro gregoriano, el primer curso de Economía Política o que, en la época de la Pepa y las Cortes de Cádiz, la bandera de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia, fuera diseñada por Diego Muñoz-Torrero, catedrático y rector en Salamanca.
En nuestro siglo XXI, lo más reciente que podemos reseñar, es la creación del Parque Científico de Villamayor, constituido como ecosistema de empresas innovadoras con base tecnológica, Centros tecnológicos e Institutos de la Universidad o la construcción de un Edificio Multiussos I+D+i. Además, el Gobierno de España concedió a la institución el programa «Campus de Excelencia Internacional Studii Salamantini: 800 años innovando», que tiene como misión contribuir a impulsar la proyección internacional de la Universidad de Salamanca. Dicho Centenario se conmemorará en el 2018 con un amplio programa de actividades institucionales, académicas, culturales, deportivas y sociales.
Recuperando al ilustre Unamuno, y para defender su carácter renovador que fusionaba la existencia universitaria con la palabra perfecta, transcribo su opinión en su ensayo «El Pórtico del Tiempo», que se refiere a los avances científicos del siguiente modo: «Que inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó».
Don Miguel, defensor a ultranza de la cultura científica y autonomía universitaria, expresaría en nuestra época, su desencanto hacia la endogamia de la Universidad de Salamanca que debe ser, el catalizador de la Sabiduría hacia la Sociedad.
La Innovación tiene efectos secundarios muy beneficiosos para una institución académica. El Conocimiento, lo que llamamos ahora la I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovacion), sólo se instaura en la cadena de valor si lo sacamos a un mercado capaz de valorarlo.
Por este motivo, para seguir creciendo en Innovación, la Universidad de Salamanca no debe poner obstáculos a la transmisión del saber. Estas barrreras, reducen las posibilidades de innovar. La contrapartida es continuar creando ecosistemas que propicien el clima adecuado para la capitalización del Conocimiento en Industria.
Algunos de los modos de conseguir esa soñada universidad innovadora pueden ser: conseguir centralizar los ingresos para obtener recursos como un todo, construir una cultura innovadora que inunde de lo interno las periferias, diversificar la financiación con un portfolio de patrocinadores o desarrollar nuevos modelos de pensamiento y protocolos de actuación.
La Universidad de Salamanca será más Innovadora si tiene la humildad de mirarse en el espejo y empoderarse con la asertividad suficiente para responder a la nuevas necesidades de la sociedad con espíritu emprendedor. La Innovación, como decíamos, es cuestión de tiempo, es un diamante con varios prismas en donde el liderazgo, la comunicación y los grupos autodirigidos tienen que reemplazar las estructuras jerárquicas tradicionales.
La Universidad debe de ser abierta, transparente y horizontal con la participación de todos y cada una de las personas que la conforman con el fin de fomentar el desarrollo del capital humano y que esa riqueza se refleje en el espejo del Estudio salmantino.
«“Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado”.»
Alberto Saavedra
Socio Director
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