Aunque muchos lo asocian a esos estados americanos que se unieron hace poco más de doscientos años, el origen de Halloween es irlandés. Los celtas, a finales del mes de octubre, celebraban la llegada del otoño y el final de la cosecha (conocida como Samhain) dejándose iluminar por la caída de las hojas que representaba el final de la muerte y el principio de una nueva vida: los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos.
En aquella época los abuelos celtas contaban la leyenda de un irlandés, Jack, muy tacaño y con fama de borracho. El diablo quería conocerle y entró en la taberna para beber con él y, entre trago y trago, cogieron confianza desvelándole su identidad y sus intenciones de llevarlo con él al Infierno. El irlandés le pidió que, antes de irse, pidieran la última copa y, como no tenían dinero para pagarla, retó al diablo a convertirse en una moneda para mostrar al mundo su poder. Convertido en moneda de uso legal, Jack la metió en un bolsillo y le dijo al diablo que sólo le liberaría si le dejaba en paz durante un año pero murió antes y al ir al cielo San Pedro le envió directamente al infierno. Su amigo diablo tampoco no le recibió por el trato previo y la leyenda dice que deambula por los caminos del bien y del mal sin más enser que una linterna cuya misión es alumbrar a la humanidad.
Parece que esa luz la ha visto la banca S.A. (Sociedades sin Alma) que, por fin, reconoce que las criptomonedas han venido para quedarse. Sus Directivos digitales solo se le ocurren las mismas estrategias de mercado tradicionales: colocarle una VISA a una abuelita que no sabe ni usarla, cobrar al abuelo los 15 euros de rigor por hacer una gestión o bloquear la cuenta a un cliente con la excusa de que es alto riesgo para él comprar bitcoin o éter y que es mejor que se pase por la oficina para que le ayuden a invertir con cautela.
La linterna bancaria también ha descubierto que la capitalización del bitcoin ya alcanza el PIB de países como España (hablando de flujo no de producción) y que ya no pueden matar la gallina alegando a las autoridades que tenía oro en su interior. Ahora se ven abocados a ponerse en la cola para apuntarse en el nuevo registro que ha habilitado el presidente del Banco de España, De Cos, si quieren ofrecer criptomonedas. Mi consejo es que antes deberían de modernizar su política de blanqueo de capitales para adaptarlo a la dinámica de los criptoactivos.
Pero la verdadera razón de ser del pánico de la banca y de las Administraciones centrales es que el dinero digital escapa a su control y son LAS PERSONAS las que gestionan sus fondos sin ninguna intermediación e incluso sin comisiones. Blockchain democratiza la economía y esa dualidad entre el dinero de los vivos y los muertos, el virtual y el real, da mucho miedo a un sector anclado en el pasado cuyos Titanics solo han visto la punta del iceberg sobre la que van a chocarse cómo no sigan la brújula de transformación digital.
Como es natural, desplegar una infraestructura de cero no lo podrán asumir a corto plazo por lo que su única tabla de salvación para adoptar la Tecnología será buscarse enemigos íntimos o aliarse con Consorcios como Alastria para entrar en un mercado ya consolidado, aunque no regulado.
Pero no es oro todo lo que reluce y estos activos digitales han estado también plagados de fraudes, estafas y abusos de algunos proyectos como el caso de Crypto Eats, una compañía falsa que consiguió robar medio millón de dólares a sus usuarios en treinta minutos que habían comprado criptomonedas para lanzar un proyecto de delivery que contaba con el respaldo de muchos influencers ingleses.
Como descubrió el irlandés de la leyenda, el infierno está lleno de buenas intenciones e Iberdrola ya está usando Blockchain para luchar contra la pobreza energética: ha superado la prueba de concepto (POC) para dar el bono social o su «competidora» Endesa ha ofrecido un Sistema blockchain para Ayuntamientos al resto de compañías eléctricas.
El resplandor es la Tecnología Bitcoin (con B mayúscula) es el germen de la nueva economía que engendrará un sistema financiero al servicio de todos y ofrecerá productos a más de 2 millones de personas que no tienen acceso a la banca tradicional y les permitirá una participación económica entre iguales lo que es su gran oportunidad para alejarse de la pobreza.
La Tecnología también abre la posibilidad de refundar los servicios bancarios para las regiones más desfavorecidas de nuestro país, esa España LLENA de talento, esfuerzo y respeto, en la que a los bancos tradicionales no les resulta rentables tener oficinas y, ahora, cualquier empresa podrá ser un banco y explorar nuevos nichos de mercado.
Esopo tenía razón y, probablemente, el movimiento que está detrás del alias Satoshi Nakamoto también. Podemos dar la bienvenida al dinero sin reglas, nacido de una primera versión con sólo 30.000 líneas de código fuente que se han convertido en la gran revolución financiera y quizá tecnológica de nuestro siglo.
Si Blockchain es la Tecnología de la Confianza, aprovechemos sus bondades para cambiar vidas, transformar lo desigual en justo y, cumpliendo la promesa de sus creadores, democratizar la riqueza.
“El oro circula porque tiene valor, pero el papel moneda tiene valor porque circula.”. Karl Marx.
Alberto Saavedra at imita.es Chief Vissionary Officer