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PanDemia y Circo

Contaba un imprescindible como Joan Brossa, poeta de la revuelta, que para poder viajar a uno de sus intercambios culturales a París tuvo que renovar su DNI y, al ser preguntado por su profesión respondió: «Poeta«, a lo que el funcionario le corrigió: «¿Paleta?, Pondremos Albañil«. Salvando la anécdota del artista visual no sirve de excusa para exponer la respuesta tibia de muchos políticos alejados de la realidad pandémica y de los principios de bien común y, sobre todo, enfocados a ofrecer un espectáculo mediático que camina muy lejos de otros liderazgos con instituciones creíbles como el de Nueva Zelanda.

Ni siquiera entre la burguesía tecnócrata podemos encontrar albañiles de la palabra que sean capaces de transmitir la tranquilidad necesaria en una situación en la que nadie cree en nadie ni en nada (ni Dios ni patria ni Rey que dirían nuestros abuelos). Este circo es algo letal para una democracia que aspira a consolidar un sistema en el que el debate político no sea crispación, polaridad y conflicto. En liza en estos tiempos de pandemia la peonada de palabras de San Camilo que no creía ni en izquierdas ni en derechas, sólo en el interior, esa medicina interna que proporciona salud física, equilibrio económico y armonía mental a una sociedad.

A estas adolescencias políticas les vendría bien un Bachiller o un FP en Historia de la Libertad española. Todo ha sumado al triunfo del derecho democrático incluyendo los comunismos, los socialismos, los fascismos, los populismos y todos los «ismos» que hemos vivido y sufrido y que nos han llevado hasta aquí. Del mismo modo que la estructura interna de la Estatua de la Libertad de Nueva York fue construida por Gustave Eiffel y esa armadura le sirvió para trasladarla de Francia a Estados Unidos y le ha permitido aguantar las inclemencias del tiempo para no acabar como el Coloso de Rodas

A un coloso de los antiguos blogs como Mariano José de Larra le dolía España, al igual que a Quevedo, Unamuno o Gracián. Todos aspiraban al progreso y les dolía el gran atraso que sufre España, respecto al resto de naciones europeas. Lo mismo sucede ahora cuando la cuarta ola llama a la puerta de los gobernantes y algunos cuelgan el cartel del «Vuelva usted mañana que estoy en plena campaña«. Todo ello se explica de forma muy actual en un artículo que tiene 180 años pero de recomendable lectura en este tiempo y con el desencanto compartido por no poder redimir a las dos Españas, ¿Entre qué gente estamos?.

El Lean startup, que utilizamos en el día a día de la Innovación, es muy adecuado para reaprender la Historia e iterar las hipótesis del pasado. Por ejemplo, sería positivas regresar al pasado del siglo XIX, probablemente el último romántico y optimista, en el que dieron todas las grandes exploraciones como las de Livingstone en el corazón de África, las expediciones a los polos o aquel proyecto astronómico internacional «Carte du Ciel» en el que unas monjas del Vaticano pintaron estrellas sobre un mapa y, seguramente, fue la primera puerta para la ciencia en femenino. De ese romanticismo nacieron las grandes ideas que aspiraban a cambiar el mundo (el marxismo, el anarquismo, el socialismo utópico), los viajes al futuro de Julio Verne y la creencia en los mundos ideales. 

Ese aprendizaje iterativo del Lean es aquel en el que se evoluciona, se progresa y se validan los cambios continuos y se puede emplear para todos los órganos de gestión (empresa, política, familia) e incluso instituciones congeladas como la Iglesia, anclada en esa época gloriosa de Trento, en la que el papel de las mujeres es uno de los grandes desafíos a los que se debe enfrentar el Vaticano a corto plazo. No sólo es el eterno debate del sacerdocio femenino, sino dar más visibilidad en lugares de responsabilidad en ese barco común y universal. 

Si  dejamos amarrado donde habita el olvido el navío oscuro del siglo XX y arribamos con rareza en este siglo XXI, raudos observaremos que, ese mapa del cielo universal que crearon los románticos en un mundo ideal, se ha revertido por la gracia de la Ingeniería inversa tecnológica que nos ha convertido en bots sin raíces, en seres sin pensamiento, en hijos de la Nada.

La Política, la Ciencia y la Religión tienen el mismo objetivo: buscar la Verdad como moda vitalicia que nos conforma como seres humanos. Si no se puede llegar a una meritocracia en la cuál cada una cumpla su función, la tecnocracia debe proveer antihéroes que sean capaces de perder si, a cambio, se obtiene un beneficio para el bien común, como puede ser derrotar al coronavirus.

Si Sócrates se reencarnara en estos tiempos de pandemia volvería a ser envenenado porque el verdadero virus crónico es la intolerancia a la verdad, Platón y su dialéctica serían los Tránsfugas y Aristóteles y su retórica serían lapidados por el poder de la tibieza.

La solución a este desasosiego la denominó Bacon Pensamiento Crítico: deseo de buscar, paciencia para dudar, afición de meditar, lentitud para afirmar, el odio por todo tipo de impostura y, aunque Dios escriba en renglones torcidos, disposición para poner orden en lo desordenado.

Cierro estas letras con mi pequeño homenaje a todos los albañiles, paletas y encofradores de la palabra como Larra, Brossa o Bécquer: “¿Qué es Política?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul (o roja o naranja o morada o verde o arcoíris). ¿Qué es Política? ¿Y tú me lo preguntas? POLÍTICA ERES TÚ.

 
«La izquierda tiene su ala derecha, la derecha su ala izquierda. Oigo murmullo de alas, pero se que ningún pájaro se elevará por los aires». Heinrich Böll, filósofo en acto de servicio que finalizó su misión.

Alberto Saavedra at imita.es Chief Missionary Officer

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