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CovidGate

Hace cinco siglos llegó a Madrid la famosa rebelión de los comuneros que exigían al rey Carlos I una serie de mejoras, pues la situación de hambruna y desencanto se hacía insostenible. La rebelión nació porque el rey no hacía caso a las peticiones del pueblo y se pidió que cada villa tuviera su propio banco y decidiera quienes eran sus gobernantes de forma democrática. Para frenar la violencia e indignación de los comuneros se construyó un castillo con un foso cuyo acceso principal se denominó Puerta de Sol porque estaba orientada a Oriente.

Tanto en Oriente como en Occidente, la puerta es un elemento casi permanente en la Arquitectura, aunque con criterios culturales y defensivos diferentes. No sucede lo mismo con las ventanas que es un invento relativamente reciente, inexistente en algunas culturas antiguas, aunque bien comercializado en el siglo XXI por pequeños softwares como el Bill Gates. La puerta es un símbolo universal que implica la transición de un lugar, de un estado o de un nivel a otro. Está muy ligada a la idea de casa, patria o mundo que abandonamos y a la metáfora del umbral, el atrio o el tránsito de un espacio a otro.

El proceso de duelo que nos ha traído el coronavirus conduce de forma secuencial a usar este simbolismo femenino en el sentido de apertura en contraposición al masculino, ese muro contingente y necesario que tenemos que construir para que el virus no siga haciendo copias de sí mismo para propagarse por nuestros vulnerables organismos.

Si bien es cierto que la situación pandémica, según la teoría de sistemas, es un entorno complejo, tanto a nivel macroscópico como microscópico, lo que es evidente y demostrado es que las concentraciones humanas facilitan mucho la estrategia del virus.

En las Escuelas de negocios la estrategia fundamental que nos enseñan es a discernir entre lo que es prioritario y lo que es urgente. Una manifestación, por muy loable que sean sus proclamas, no es prioritaria ya que supone abrir la casa al vecino, que entra por la puerta principal y crea nuevas réplicas de genoma a nuestra familia. La cruda realidad, que demuestra la evolución de la curva en las trazas en aguas residuales, es que conocemos ya la puerta de entrada del ARN del virus para viajar de una célula a otra pero, en paralelo, se están ensamblando virus nuevos que, durante un tiempo indeterminado, tendrán carácter recurrente.

La segunda pandemia que debemos poner en la Tabla de prioridades es la económica y buscar soluciones para ayudar a crear una atmósfera de contención, aunque sea una estrategia defensiva, para que el coronavirus no cierre más persianas y, si lo hace, sea de forma perimetral.

A todos nos ha llenado de pena las últimas semanas que un icono del emprendimiento aragonés haya cerrado sus puertas (la pequeña de los niños y la grande del mercado). Imaginarium eran tiendas en la que los niños entraban en un cuarto de juegos educativos que potenciaban la experiencia, según la visión emprendedora de Félix Tena, potenciando la experiencia, creando un vínculo emocional con sus clientes y promoviendo el desarrollo holístico de los niños en familia. En sus tiendas el «niño no toques, estate quieto» no servía y eso era sin duda una de sus grandes virtudes comerciales.

Ahora se ven abocados a volver a la condición de Sancho Panza desde el e-commerce al no poder ganar la batalla al Don Quijote que suponen los juegos online. Su política de innovación de producto ha sido siempre intachable con un catálogo renovado cada año en un 75%, un programa de fidelización que incluía no sólo padres sino también a tíos, primos y abuelos y adaptándose a los tiempos con juguetes inclusivos como Kikonico,  un osito entrañable con una orejita más grande que otra que le recuerda a los niños que la diversidad también es bella.

Respecto a la pandemia social, psicológica y sanitaria, no es país ni tiempo ni momento de puertas de emergencia, ni correderas ni rotatorias. El Doctor Rojas Marcos afirma que podemos llevar un año en el que muchas personas se hayan acostumbrado a vivir sin comer, sin beber e incluso sin respirar. Pero no podemos vivir con la puerta cerrada a la Esperanza, a ese atrio que nos induce a soñar que todo lo mejor vendrá pronto. Por eso, el buen gobierno y la gestión eficaz de las diferentes pandemias pasa por desaprender lo aprendido en la gestión de las antiguas olas y no tener miedo a cerrar el portal del coronavirus con la excusa de salvar al Soldado Ryan de la batalla económica.

No necesitamos más héroes muertos sino políticos fuenteovejunos que no duden en cerrar las puertas del averno. Aprendamos de Imaginarium, parafraseando su lema, para que gobernar sea trabajar para que los ciudadanos desarrollen todo su potencial y sean felices. 

Bien es sabido que el virus es estacional y, si llegan millones de pócimas mágicas en Primavera y dejamos cerrada la puerta pequeña de la Semana Santa, el verano podrá ser el Kilómetro 0 de muertos de donde nacerán todas las carreteras hacia ese Horizonte en el que podamos afirmar que España es un país de puertas abiertas.

«Hoy, en plena primavera, dejo abierta la puerta de la jaula al pobre pájaro azul.“ Rubén Darío, diplomático del talento y vacuna del alma.

Alberto Saavedra at imita.es Chief Missionary Officer

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