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Los Hunos y Los Hotros

En el Siglo de Oro, en plena Edad Media, los feligreses aprovechaban la misa para hacer negocios, cortejar a las damas o incluso conocer los aposentos de las monjas. Las iglesias eran el lugar social, además de las cantinas, y servían de refugio, de almacén o incluso de platea o salón de baile. Se llegó al extremo de prohibir, por el nuncio de Madrid, que los caballeros ofrecieran agua bendita a las damas en el atrio de los templos porque servía de excusa, con el mayor de los disimulos, para citarse con ellas. Nada nuevo bajo el sol, ya en el siglo XIX, sin Tinder, Facebook o Meetic los caballeros de la próspera América usaban las llamadas «tarjetas para conocerse» que servían para romper el hielo con las féminas con mensajes divertidos, irónicos y sensuales. Ahora, con la esperanza de salir de este mal sueño y, si puede ser, salir mejores, la realidad es que la pandemia ha agudizado el ingenio y nos ha hecho mucho más creativos. Lo demuestra Christoph Kolb, gerente de una cadena de supermercados de Baviera, región que lleva soportando el cierre total de ocio, cultura, comercio y deporte, todo excepto supermercados y farmacias. El emprendedor ha tenido la idea de inventar el «single shopping» para hacer frente a las medidas de políticos que velan por el bien común en una situación de COVID. Su oportunidad es la siguiente: en una franja horaria, al final de la jornada laboral, los clientes que buscan pareja se colocan un corazón en la solapa con un número. Si, a la vez que empujan su carrito echan el ojo a alguien especial, al pasar por caja pueden rellenar un formulario para remitir un mensaje a esa persona de impacto. En ese momento, desde la caja del supermercado se llama por megafonía al cliente deseado y se le entrega el mensaje con la tarjeta de contacto de la persona interesada. Por supuesto, la cadena de valor está completa y, si la persona es tímida, un reponedor hace de Cupido y busca a la persona pretendida con el sueño de pasar de reponedor a padrino en alguna boda en el futuro. Elecciones pseudourgentes como las de Cataluña no ayudan a doblegar la curva pero podrían haber planteado el uso de tecnologías como la de LayerX que permite una votación electrónica que equilibra el proceso y la confidencialidad de los datos. Quizá todavía no sea el presente, pero ya hay iniciativas en países con déficits democráticos evidentes como Rusia a través de su banco de pruebas Sandox o Argentina con voto digital en la cámara alta a través de Blockchain, que ha conseguido que la tecnología nos exima de la presencialidad en tiempos de coronavirus. Con la pandemia, unos 20 países evolucionados han acelerado los cambios legislativos necesarios para introducir el voto electrónico «desde casa» ya que Tecnologías como Blockchain ya lo permiten. En una época de desencanto político generalizado las elecciones sólo cumplen dos propósitos: el primero es obvio y sirve para elegir al ganador dentro de la clase política. El segundo, como se ha demostrado con el circo americano, es convencer al perdedor de la justicia de la elección. A lo mejor no estamos todavía preparados para la democracia del Blockchain, lo que si es cierto es que ya hay aplicaciones como Voatz, basada en la cadena de bloques, que a través de capas de seguridad permite la verificación de identidad de los votantes. Esta aplicación ha sido usada en las presidenciales de Estados Unidos en el estado de Utah, y podría haber sido la herramienta que permitiera a los catalanes acceder al sufragio de manera remota y móvil y con menor coste ambiental, sanitario y económico que las papeletas electorales. En plena eclosión de innovación relaciona con la pandemia ahora, más que elecciones o gobernantes, se necesitan legislaciones que rompan con el miedo que tienen muchas personas con talento que se alejan de sus sueños por aferrarse a la dependencia de un sueldo donde no hay riesgo. Esta cultura del funcionario va en contra del emprendimiento y del crecimiento lo que conlleva que España no pueda materializar sus intangibles naturales en productos o servicios porque no hay puentes entre el mundo de las ideas y el mundo real. El mercado laboral está tan golpeado por la pandemia en España que la gente tiene mucho miedo a perder el trabajo u hosteleros que han tenido que volver a la casilla de inicio. Observo muchos chicos con talento que se imaginan en relación de dependencia con un sueldo y se aferran a él para vivir para vivir en el futuro. Ese es el cáncer del país, sin denostar a los 150 que investigan científicos como Barbacid. El futuro es defender y proyectar la cultura del emprendimiento, arriesgar y agudizar el ingenio en tiempos de no necesidad y arriesgar a cambiar ese tejido empresarial en el que el 82% de las empresas españolas están formadas por dos o tres personas. La realidad es que tenemos la mitad de investigadores que el resto de los países avanzados vinculados al sector empresarial y se están expropiando por el coronavirus la mitad de los empleos de servicios. Quizá el ejemplo a imitar sea Merkel cuya solución de rescate ha dado buenos resultados, por ejemplo, para el sector hostelero. Es una gran oportunidad para dar una vuelta de tuerca a la crisis causada por el patógeno y convertir nuestros aviones en restaurantes improvisados. De otro modo sólo seremos una Naviera que ofrecen cruceros sin destino. Las elecciones contingentes para superar la pandémica tragedia son la verdadera «ola«: o elegimos la España de Caín o la de Abel, o la de la furia o la de la templanza, o la de la alteridad o la del progreso, la igualdad y la libertad.
«No solamente es ciega la fortuna, sino que de ordinario vuelve también ciegos a aquellos a quienes acaricia«. Cicerón, orador por la política de los mejores.
Alberto Saavedra at imita.es Chief Missionary Officer
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