Si analizamos las respuestas innovadoras de la Comisión Europea durante las Conferencias celebradas en la semana verde, no apreciamos grandes avances ya que no es fácil comunicar conceptos complejos y técnicos sobre temas como la biodiversidad pero sí se pueden realizar Políticas innovadoras para transformar la conciencia colectiva sobre la importancia de la Naturaleza y ampliar los compromisos para la protección de la Casa Común. En China han utilizado nuestra metodología imita para diseñar El Transit Elevated Bus, o TEB, que se ha presentado esta semana en dicho país. Se trata de una mezcla entre autobús y tranvía.
Otras iniciativas como el proyecto LIFE+ «Natura 2000: Connecting people with biodiversity» o el proyecto europeo de cría en cautividad del Lince Ibérico en Extremadura (que ya ha dado sus primeros tres frutos), han demostrado que los pequeños gestos, como se difunde en espacios de Radio cinco, pueden movilizar a las personas para proteger la biodiversidad y tomar ciencia y conciencia de la importancia de mantener vivo y sano nuestro entorno.
Es de todos sabido que el diablo se encuentra en los detalles por lo que se debe mimar, primar y cuidar todos los proyectos innovadores que conciernen al Medio Ambiente. En tiempos de estudios, análisis y complacencia con teorías como la de las Inteligencias Múltiples de Gardner, me quiero fijar en nuestra Inteligencia naturalista (que el autor añadió a las siete primeras años más tarde) y se trata de ese tipo de inteligencia que nace, brota y crece cuando observamos y estudiamos la Naturaleza. Quizá más que mirar y observar tenemos que aprehender la Inteligencia de los árboles, de las montañas, de los mares.
Hablamos de ese tipo de Inteligencia que tiene más desarrollada un biólogo, por defecto de formación, un naturalista como Félix Rodríguez de la Fuente o un explorador como Miguel de la Quadra Salcedo. Para muestra, un botón charro: los árboles con su Inteligencia, sus neuronas y sus emociones. Según los científicos, la única diferencia que separa a los árboles de los seres humanos es que toman las decisiones de forma más pausada, razonando a medio plazo sin la premura de nuestra sociedad de las prisas y con una inteligencia cardíaca, reflejada en la savia, mucho más desarrollada.
En imita, cuando acompañamos a innovar a las empresas, les hacemos observar su entorno para buscar posibilidades de mejora y logramos que las compañías logren una mejora continua basada en una alternancia análoga a la vecería de los árboles frutales. Un año se recibe una buena producción y al siguiente mala debida al clima variable ( nuestros contextos económicos).
Nuestra metodología permite reducir los problemas de estos períodos de alternancia de las empresas en las que fluyen las ideas pero, en algunas ocasiones, no permiten obtener frutos a corto plazo. En imita proponemos buenas prácticas cuando los resultados son variables y dependen del entorno. Por ejemplo, proponemos «aclarar los frutos» para regular la comercialización idónea de los productos y, si así se requiere, una fase de «rayado» en la que cortamos la corteza del árbol para saber lo que hay dentro de la empresa con el fin de estimular el crecimiento de los frutos deseados. Trabajamos como en la vecería del olivo para que nunca se agoten los recursos innovadores de la compañía, podando cuando es necesario las ideas con poca intensidad comercial y dejando crecer las ramas que aporten fruto comercial.
Para innovar podemos aprender de la sensibilidad e inteligencia del mundo vegetal, de ese país de los bosques que un día fue Europa como describe Ignacio Abella que «era el hogar y el templo de nuestros ancestros, el escenario en el que nacieron nuestros mitos y nuestra cultura, civilización e identidad». Lo que hacemos tiene que vivir en armonía con lo que nos rodea para restablecer los puentes de convivencia con la naturaleza y recuperar las enseñanzas de la Madre Naturaleza para sentar un futuro más deseable.
Se puede ser una empresa productora de champagne de talla mundial, innovar y preocuparse por el medio ambiente. Así lo ha hecho Veuve Clicquot que, además de aumentar su prestigio y reputación, ha conseguido el reto de crear el embalaje más ecológico posible incorporando residuos derivados del proceso de elaboración del champagne. Asimismo, nacen experiencias como la creación de una nueva y prometedora área para abordar el conocimiento que encuentra el saber en las características, estructuras biológicas y funciones de los seres vivos. Su modelo y mentor es la propia inspiración en la vida: la han denominado biomimética. Este nuevo modo de conocer irá más allá de la biología molecular alineándose con la preocupación energética y ambiental. Su objetivo es garantizar nuestra supervivencia o, al menos, pagar algo de la deuda generada.
Para innovar en proyectos de Medio Ambiente sólo tenemos que vislumbrar el Planeta como un todo, como un puzzle que no consiste en nada más que en ir encajando piezas con formas más o menos complicadas, hasta completar el conjunto de bloques que teníamos en un inicio. Cuando lo inventó el cartógrafo británico John Slisbury en 1767, lo utilizó para enseñar a sus alumnos Geografía. Su idea fue sencilla: plasmó un mapamundi en una plancha de madera y lo diseccionó en piezas que correspondían cada una a un país creando ocho productos temáticos por su gran aceptación.
Nuestro frágil mundo no puede ser un bodegón, ni tampoco las piezas sin labrar de un rompecabezas porque de este modo convertiremos nuestra casa común en Naturaleza muerta. Usando las mimbres humanas de la Tecnología, la Innovación y la Creatividad, con la conjunción de los elementos naturales, tenemos que ser capaces de recrear la obra de arte que es la Madre Tierra con diseño, cromatismo e iluminación, para que nuestro entorno produzca en nosotros serenidad, bienestar y armonía y así podamos, como decía Pangloss en el Cándido optimista de Voltaire, vivir en el mejor de los mundos posibles en el que todo sucede para bien.
«imita es inspiración,la Naturaleza es nuestro modelo,el Medio Ambiente nuestro mentor»