Los que hemos tenido la fortuna de conocer los bordes del Río de la Plata hemos percibido entre sus habitantes que siendo Argentina y Uruguay casi un mismo país, son dos países enfrentados por rivalidades reales o imaginarias. A todos nos ha ocurrido confundir el acento de uno de Montevideo con un bonaerense, «Por suerte no lo soy«, contestan algunos uruguayos.
Cuando se trata de alteridad, con el fin de encontrar las semejanzas y diferencias, siempre encontramos en los otros el espejo de nuestros conflictos. Da igual si se trata de hablar del origen del mate (que es paraguayo a pesar de que los uruguayos digan que en Argentina no toman mate, toman sopa de yerba) o del origen de Gardel (que es francés) o si el mejor gol de la Historia de los mundiales fue en aquel partido en el que el endiosado Maradona redefinió el fútbol en cinco minutos.
Hace una semanas, mientras los argentinos velaban a su astro con cánticos sin distancia de seguridad y con la mascarillas en modo bufanda, al otro lado del Río de la Plata había científicos como Gonzalo Moratoria (reconocido por la revista Nature) trabajando en su Laboratorio para contribuir a que Uruguay tenga menos de 100 muertos por el coronavirus. Si bien es cierto que la «provincia rebelde» tiene sólo 3 millones de habitantes, sus políticos tuvieron que decidir entre importar lo necesario de Corea del Sur (con la consiguiente dependencia) o solucionar la pandemia con sus propios medios.
Los herederos del viralizado Pepe Mújica tomaron de él su camino de defensa del valor de la vida y diseñaron en el Instituto Pasteur de Montevideo sus propios tests con los materiales y la tecnología que había en Uruguay. Al final, consiguieron una receta fácil de reproducir, que tenía la misma sensibilidad y especificidad de cualquiera de los tests que recomendaba la OMS.
La disponibilidad inmediata de estos test y la capacidad de implementarlos en todo el territorio ayudaron a contener la pandemia pero, lo más crucial para este logro, fue el equipo que formaron con estudiantes de maestría y doctorado para que se dispersaran por el país y ayudaran a montar laboratorios de diagnóstico en todos los hospitales públicos. Preguntaban en cada lugar el inventario de los medios disponibles y, con lo que hubiera a mano, armaban pequeños centros de detección para contener la expansión del virus.
En España, a las puertas del nuevo año y de la tercera ola, llega al mercado un nuevo test serológico de anticuerpos de Covid-19 con una fiabilidad cercana al 100% desarrollado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con los hospitales madrileños de La Princesa y La Paz, y producido por la empresa biotecnológica salmantina Immunostep.
Estimo que puede ser una herramienta muy útil para identificar a las personas que han desarrollado inmunidad frente al coronavirus sobre todo en aras de diseñar la mejor estrategia de vacunación para el próximo bienio.
Gracias al test, se puede distinguir que personas han generado respuesta a la vacuna entre las que se han contagiado y permitirá conocer a las personas que han estado en contacto con el virus gracias a que detecta tres tipos diferentes de anticuerpos. Será más rápido y eficiente que los cuatro que ha realizado de seroprevalencia el Instituto Carlos III de Madrid.
Esto evidencia que la única mano de Dios es la Ciencia en modo vacuna y que el mejor tratamiento para estos tiempos de incertidumbre es la Filosofía (no es casual que Salvador Illa posea esta formación).
No olvidemos que la Navidad no es un momento, ni una fecha, ni unas vacaciones: es un estado de la mente que refleja nuestros valores, nuestra capacidad para moldear, no la realidad que vivimos, sino como lo afrontamos.
El mundo en que vivimos, ese lugar acogedor para los humanos que nos permitía todas clase de libertades, se está terminando. Mientras la Ciencia se encarga de minimizar los daños del naufragio, mi sincera recomendación y deseo es que compartamos unas navidades de «simplicidad voluntaria«.
La Salud del 2021 no dependerá sólo de nuestra actitud pero este «downshifting» ayudará a contener la pandemia, viviremos en primera persona aquello de que «no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita» y descubriremos que la verdadera felicidad está en sentir que, cuando nos vayamos de este mundo, hemos sido «falanges de Dios» aportando más LUZ que oscuridad a todo lo que nos rodea.
“La Navidad en mi casa es por lo menos seis o siete veces más agradable que en cualquier otro sitio. Empezamos a beber temprano, y cuando el resto de la gente ve un solo Santa Claus, nosotros vemos seis o siete».
W. C. Fields, Malabarista de la Comedia
