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No Lo Sé

A los romanos, para construir y reconstruir su imperio, no les importó copiar al pueblo etrusco ni dejarse embaucar por la influencia griega y fenicia para construir sus ciudades, sus infraestructuras y aquellas calzadas rectas que permitirían su expansión. Sin esta «Comisión de Expertos» los romanos no habrían sido grandes creadores artísticos si no hubieran recibido a esas musas que residían más allá de la Hélade.

Cuando se necesitan soluciones creativas hay que recurrir a decisiones que ayuden a gobernar nuestras naciones o incluso, si la situación lo requiere, a guionistas de TV que son capaces de anticipar un virus global como lo hizo el equipo de Matt Groening en la serie LOS SIMPSONS. Estas creatividades salen de la mentes privilegiadas de personas comunes como David S. Cohen, co-creador también de Futurama, Licenciado en Físicas por Harvard o Ken Keeler con título universitario del mismo centro que confirmaba que era dotado para las artes matemáticas.

Más que certificados de antígenos o alfombras desinfectantes, que tampoco sobran, lo que hace falta es poner al mando del análisis de datos y la toma de decisiones a personas capacitadas con competencias y destrezas en el Big Data que, probablemente, serán capaces de predecir escenarios futuros de este virus 360º que, de un modo u otro, nos afecta a todos y se ha convertido en un reto IRONMAN casi inhumano.

Con la creatividad en plena ebullición, al alumbrar Futurama, el jefe Groening ordenó al equipo que «la ciencia nunca debería de pesar más que la comedia» (algo parecido al pánico escénico que sufre Trump ante tanta tragedia). Sin embargo, en todas las series estas mentes excelsas encuentran soluciones fuera de la evidencia y son capaces de esconder las ocurrencias científicas en todos los episodios.

Si yo fuera regidor de cualquier poblado en esta era coronavirus pondría al frente de las decisiones a esos licenciados en matemáticas, físicas, química inorgánica, informática o Filosofía. Igual que se encargan de redondear los chistes pueden ser la extensión de la Mesa de Ministros para afrontar esta guerra sanitaria. Las señales y evidencias que traen este otoño nos ilumina para mirar más allá de lo simple y cercano. No nos invitan a centrarnos en un obeso padre de familia de color amarillo sino en el contexto de la situación en la que convive con el virus.

El mensaje de la Comunidad científica a los políticos, desde la mansedumbre y la humildad, es diáfano y cristalino como diría alguna Ministra: «En Salud, ustedes mandan pero no saben«. Hay que importar de otras culturas etruscas la figura del científico jefe o Consejero del Presidente que asesora al político cuando tiene que tomar decisiones que dependan del análisis técnico o, simplemente, se deben de regir por el método científico.

Este método se resume así: datos, ciencia y prudencia. Se trata de seleccionar las medidas que mejor se adecúen al objetivo único: detener la pandemia. Para ello, según los expertos, sólo hace falta una cosa: que durante la ventana de tiempo en la que un infectado puede transmitir la enfermedad a otras personas, no lo haga.

Sólo tenemos tres soluciones: confinamiento total, responsabilidad cívica para reducir las interacciones o esperar el milagro de la vacuna o la inmunidad grupal. Todas ellas tienen efectos colaterales debido a que, además de respirar, tenemos que comer.

Aquí no hay buenos y los malos, ni que los saben y los que mandan. Para que el imperio contrataque al virus sólo hay que escuchar al pueblo romano que pide una respuesta coordinada, equitativa y basada exclusivamente en criterios científicos claros, comunes y transparentes. Unos plebeyos que quieren se pare la discusión y se pase a la acción conscientes de que, salvo la muerte, todo en esta vida tiene solución.

El primer mandamiento de la Ciencia, como lo corroboró el Doctor Simón cuando el preguntaron por Alemania, es decir «No lo sé«, mientras no se demuestre lo contrario.

Quizá la respuesta la tengamos en el único personaje de Los Simpson que tiene cinco dedos.

Aquellos que no lloran, no ven”.

Víctor Hugo, Los Miserables

Alberto Saavedra CXO imita.es Chief Exponential Officer

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