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Remando al Viento

En 1815, el volcán Tambora, situado en la actual Indonesia, estalló violentamente. Fue la mayor erupción volcánica de la era moderna, 8 veces más potente que la del Vesubio, que arrasó Pompeya. El azufre que el volcán arrojó a la atmósfera provocó una alteración climática que hizo desaparecer el siguiente verano. Se le llamó el año de la pobreza, el verano que nunca fue, «mil ochocientos, hielo y muerte«.

Las cosechas se echaron a perder pero, en medio del desastre y la destrucción del año sin verano, como sucede ahora en estos tiempos de contagios, brotó la inspiración y se produjeron explosiones creativas por la obligación de permanecer en casa. En Alemania, la falta de avena inspiró a Krais para descubrir nuevas formas de transporte con animales e inventó la dresina que fue el ancestro de la actual bicicleta. En Austria se compuso, para la misa de gallo de aquel año, el villancico más famoso «Noche de paz, noche de amor» y William Turner encontró la luz para pintar aquellos atardeceres de ceniza que tanto enseñaron a todos los impresionistas.

Pero, sin lugar a dudas, el hecho más reseñable de esta época es lo que se produjo en una casa, cerca de Ginebra, a orillas del lago Leman, llamada «Villa Diotati«. Allí pasaron el verano varios escritores inventando historias de terror en un entorno de concurrencia competitiva propuesta por el anfitrión, Lord Byron. Entre los invitados: Mary Godwin (nombre de soltera de Mary Shelley) y John Polidori que, a través de esos relatos, crearon la semilla de personajes como Frankenstein y Drácula.

En tiempos de necesidad de mascarillas también echamos en falta píldoras de liderazgo. Nuestros políticos se han convertido en mutaciones de esos dos personajes según conviene y algunos llevan en la cabecera de sus discursos las palabras de Don Miguel cuando decía aquello de «No sé de qué se habla pero me opongo”. Voto a Dios que me espanta esta grandeza y he hecho un esfuerzo titánico de análisis teórico para encontrar, sin juzgar y con el simple afán de mejorar, un Político de la era coronavirus que pueda integrarse en alguno de los diferentes paradigmas de liderazgo.

No sé si es por la época de cambio o por el cambio de época, pero estas y estos piezas no me encajan ni en las 10 Cs de los centristas (Convencimiento, Coherencia, Competencia, Cambio, Coraje, Credibilidad, Comunicación, Conocimiento, Capacidad y Compromiso), ni en las 5 Es de los españolistas (Esfuerzo, Eficiencia, Ejemplaridad, Euforia y Ética), ni las 5 Fs de los de que juegan al Fornite parlamentario (Fuerza, Futuro, Fraternidad, Fusión y Franqueza), ni en las 3 Ps de los que nacen progresistas (Pasión, Poder y Prudencia), ni siquiera en las 3 T’s (Talento, Tecnología y Tolerancia) de aquellos que escuchan el canto alegre de la transformación digital.

Por eso, si me dan a elegir entre todos me quedo con el pirata cojo (con la pata de palo de Cultura), sin parche en el ojo y sin cara de malo, que el último mes ha cumplido con las 4Hs: la HUMILDAD, rara en los políticos, que le llevó a darse cuenta que se había equivocado cuando replicó la frase de Orson Welles de que “primero era la vida y luego el cine”. La HONESTIDAD para rectificar y sacar a la cultura del limbo político ofreciendo por fin prestaciones para la precariedad, ayudas a los libreros y las salas de cine (que son pymes) y, sobre todo, rebajar los IVAs y venires. HUMANIDAD cuando con su equipo es capaz de analizar de forma «justa y justificada» toda casuística y no dejar a nadie fuera y, por último, su sentido del HUMOR cuando tiene que comunicar la cancelación de los festivales del verano.

La recomendación de mejora desde imita: leer grandes obras, como hizo el moderno Prometeo, obras que nos muestran los valores del ser humano. Con El Werther, de Goethe,  podrán aprender a no jurar amor eterno a la otra bancada. Las vidas paralelas, de Plutarco, les enseñará filosofía y el pensamiento elevado de los hombres de la antigüedad, mientras que El Paraíso Perdido, de Milton, les explicará los designios de Dios con los hombres para comprender que el exceso de CONFIANZA puede matar nuestros sueños.

Nuestra vida es un lienzo pintado de experiencias. Lord Byron ocupó un escaño en la cámara de los Lores británica pero tuvo siempre claro que, aunque se quedará sólo, no cambiaría sus libres pensamientos por un trono.

Lo único que tenemos que ganarnos en la vida es el amor, entendido en Política como la interacción de posiciones y fuerzas de poder que buscan converger. Todo lo demás se puede conseguir robando.

La lucha milenaria entre el microbio y el hombre se reduce a una sencilla cuestión: quién domestica a quién

Santiago Ramón y Cajal.

Alberto Saavedra CXO imita.es Chief Exponential Officer

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