Como es sabido, la hoz y el martillo (☭) son un símbolo que representa la unidad de los trabajadores del proletariado industrial y del campesinado. En un valle, donde descansan las hoces del río Arlanza, celebramos el pasado día 31 de Julio un evento de unión singular, Startup Village, entre las startups y los pueblos.
Esta iniciativa es la fusión entre la Startup Village Europe Network (spin-off de la red de la Comisión Europea StartupCity Europe Partnership) con lo mejor del emprendimiento e innovación rural. El fin último es crear un ecosistema de startups que llenen el vaso de esa «España vaciada» gracias a la oportunidad de acercar nuevas fuentes de riqueza a los pequeños municipios para que sea posible esa transición justa que se defendió en el acuerdo de París.
Del evento tiene gran parte de culpa Isidro Laso, director de Startups de la Comisión Europea, que llevó a este pueblo burgales, dónde tiene raíces, un encuentro en el que no se mencionó la palabra despoblación, sólo se habló repoblación. La Innovación se respiraba en el ambiente y el lugar escogido no podía ser otro más acogedor: una magnífico templo de tres naves del siglo XVI que el párroco cedió para la celebración del acto ya que en Villahoz no había otro recinto que albergara a los 400 asistentes.
José Luis, el cura, nos recibe con una sonrisa y se presenta, con una sorprendente humildad, como Director de Informática de la Archidiócesis de Burgos. Además de teólogo es Ingeniero y se está encargando de la transformación digital de las diferentes diócesis a través de la digitalización de los archivos, la implantación de un ERP y la gestión de todos los flujos de trabajo entre la empresa más longeva del mundo y sus clientes: los feligreses.
Francisco Palacios, Paco para todo el pueblo, es el alcalde coraje de Villahoz, otro de los cómplices de este I Congreso Europeo. Su discurso de inauguración, por los nervios y su modestia, no dura más de 20 segundos pero tiene la osadía de cerrarlo con un «¡Viva España! ¡Viva Europa!» ante el clamor y estupor de los asistentes. Es de las personas que se queja en la intimidad pero, ante la ponencia de la Directora de medio rural de Telefónica, no aguanta la presión del momento y abre una reclamación en vivo y en directo por los diez días que han estado sin teléfono en la comarca, al parecer, por la caída de un rayo.
El acto era disruptivo en todos sus ámbitos. No hubo catering al uso ni vino del país, solo compartimos una paella en la Ermita del Pueblo que nos sirvieron con generosidad entre el alcalde, su familia y sus implicados concejales. Estuvieron representados todos los ámbitos de la Administración pública y privada salvo los últimos elegidos para las Cortes de la Castilla y León (debían de estar todavía de mudanza).
De la alta calidad de los ponentes del Evento he podido sacar una conclusión única que intente paliar este viejo problema que requiere soluciones nuevas: se requiere un acuerdo cultural de país y la alianza indisoluble, como el matrimonio, entre lo público y lo privado. No se puede encontrar la solución a la cohesión territorial y social sólo mediante proyectos transformadores, aumentando la conectividad o creando redes como la pionera de las Escuelas de Castilla y León.
Eso son sólo replicas del terremoto que no consiguen la repoblación. La tecnología, los proyectos y las buenas prácticas pueden ayudar pero la experiencia nos dice que intentar convertir a las personas del mundo rural en Jardineros, como se ha intentado desde hace años con los Fondos de Cohesión europeos, no es la solución al problema. El cambio de era pasa por la atracción del talento a lo rural y hablar español antes de intentar parlar francés.
El medio rural no pide igualdad, pide equidad. Del mismo modo que se industrializaron las ciudades gracias a la emigración de nuestros padres y abuelos, la justicia demográfica nos demanda que volvamos a llenar los pueblos con la Industria 4.0 y nos fijemos en experiencias de éxito cercanas como Villamarxant o las Highlands para replicar lo bueno. Si se trata de ofrecer servicios de mejor calidad, esto no se consigue con parches sino con soluciones globales. Si queremos que llegue el servicio de telecomunicaciones a Villahoz quizá no hay que delegarlo en las compañías de negocio sino crear una infraestructura al modo que se hizo con la REE (Red Eléctrica Española).
Antonio Alonso, presidente de la Asociación española de Escuelas de Negocios y Licenciado en Físicas, lo definía de un modo magistral tras hacer un sondeo entre el público sobre nuestro número de hijos: se necesita un cambio cuántico y, para ello, hay que premiar la decisión de tener descendientes en lo rural: mejora de impuestos, calidad de vida y pensiones. La estadística es rotunda: si una mujer se va a trabajar a un pueblo, se lleva, como mínimo, a tres personas.
Del mismo modo, compartiendo debate y paella con Ignacio Molina, director del Comisionado Frente al Reto Demográfico, coincidimos en que España es un país envejecido pero que el reto demográfico sólo es el síntoma, la verdadera enfermedad es la desigualdad, la carencia de un proyecto de país a más de una legislatura y, sobre todo, que se vende que el progreso es urbano y el atraso es rural.
Quizá todo sea tan sencillo como llevar a nuestro políticos de camping rural con una caravana de oportunidades como las que proponen desde Soria los soñadores de PRESURA. La innovación para el reto demográfico es un tema de actitud, de ilusión, de desbordar el vaso del optimismo.
Para este propósito sería apropiado un equipo con andaluces, esos inventores del carrito de bebé con iluminación que les permite disfrutar de la noche veraniega, y que, para enfocar los problemas, son seres superiores. A uno de ellos, natural de Bollullos de la Mitación (Sevilla) y que lleva media vida en silla de ruedas, ante un olvido cotidiano le escuché decir: «Quién no tiene cabeza, necesita pies».
No necesitamos alas para volar, como diría Frida Kalho, necesitamos pies para caminar este particular Camino de Santiago que es el reto demográfico y, como en la ruta xacobea, lo importante es mantener la cabeza fría, el corazón templado y los pies calientes.
“Y que lo malo es que la gente se la pasa todo el tiempo naciendo. O sea que va a llegar un momento en que ya no vamos a caber. Y cuando esto suceda, ¿Qué vamos a hacer los que salimos sobrando? Claro que los que salimos sobrando somos los pobres, porque a los ricos casi no les da por nacer. Y es que los papás de los ricos tienen otras maneras de divertirse.”
CHESPIRITO
Alberto Saavedra CXO at imita