El conocido como “Ombligo del Mundo” es el agujero más profundo del Planeta, es real y se encuentra en Mirna (Rusia). Tiene 525 metros de profundidad y su diámetro es de 1,25 km. Este gigantesco agujero es una mina de extracción de diamantes y todas los habitantes de la ciudad trabajan en ella. Está prohibido volar por encima del agujero ya que se han producido accidentes de helicópteros debido a la enorme fuerza de succión hacia su interior.
Es congénito al innovador desarrollar nuevos conceptos y ya tenemos solución para llevar a este pueblo de Siberia. La revolución de la automoción no está en la transición a vehículos eléctricos y autónomos sino en la fusión con la industria de la aeronáutica. Es el futuro para ofrecer soluciones de movilidad para las ciudades inteligentes del futuro aunque, ahora mismo, estos coches están sólo al alcance de algunos privilegiados.
Por ejemplo, este mes han comenzado a comercializar en España un modelo futurista, el Pal-V Liberty, que requiere tener licencia de piloto de helicóptero, alcanza los 100 km/h en carretera y 180 en modo avión, y lo podremos tener en nuestro espacio aéreo por el módico precio de medio millón de euros. Pero, como regalo de nuestra saneada economía neoliberal, aparece al mismo tiempo en el mercado el primer vehículo volador, desarrollado por la empresa Terrafugia (comprada ya por nuestros vecinos chinos), llamado Transition y con capacidad para dos pasajeros, pero que está solo a la venta en Estados Unidos. Se cumplen los pronósticos de Dara Khosrowshahi (Uber) que afirmó que «en diez habrá gente volando alrededor de Dallas» cumpliéndose las imágenes del imaginario colectivo de Blade Runner o el Delorean de «Regreso al Futuro«.
En nuestro país, la automoción, además de representar el 10% del PIB, también ocupa una décima parte de los recursos destinados a investigación industrial. Somos el primer país fabricante en Europa y el octavo del mundo. Pero la importancia, como decía Ignacio Amestoy en el NODO al referirse a la jubilación de los queridos SEAT 600, es que somos el país de la anticipación. El sector ha sido capaz de reciclarse y ser pioneros en la la transformación digital. Si analizamos nuestras empresas en el contexto global observamos como han abandonado sus modelos de negocios tradicionales y abordan la cuarta revolución industrial sin miedo y con cambios disruptivos.
Su reinvención comienza con el descubrimiento de que el cliente ya no es un consumidor de concesionario sino que es un usuario de Internet, de que el mercado también se digitaliza con el Big Data y y el Internet de las Cosas y, sobre todo, la conversión de las empresas en tecnológicas priorizando la vigilancia en aspectos como la seguridad, la privacidad o la transición regulatoria que suponen las nuevas innovaciones radicales.
Nuestras empresas de automoción han llegado a entrar con firmeza en países tan complicados como Irán defendiendo ultramar eso que denominamos marca España. La innovación no se queda solo en la técnica o en el comercio exterior sino que hemos disfrutado este mes en el Centro Dramático Nacional de un montaje teatral en la que las mujeres del sector toman la voz con la obra «Garage» en la que se explora el «cambio de rol» en la industria de la mano de la compañía Voadora.
Parafraseando a Arturo Jauretche, me permito la licencia de esbozar una breve conclusión: no podemos quedarnos a contemplar el ombligo de ayer porque eso nos impide ver el cordón umbilical que aparece a medida que nos renovamos, nos reciclamos, nos reinventamos. Por ley natural, las viejas generaciones se lamentan que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila.
La ganancia está en lo nuevo. Por eso los últimos son los primeros.
«Dime, «joven del futuro». ¿Quién es el Presidente de los EE. UU. en 1985? – Ronald Reagan. – Ronald Reagan, ¿el actor? ¿Y quién es el Vicepresidente ¿Jerry Lewis?.» Regreso al Futuro. Robert Zemeckis
Alberto Saavedra
CEO at imita