Los que crecimos en la generación de los 80 conocemos, de forma natural, que la kriptonita es una piedra radioactiva de color verde que aparece en las aventuras de Superman, procedente de su planeta natal, cuya única característica es debilitar al superhéroe, anulando sus poderes.
Algo parecido debieron de intuir los mandatarios de Facebook o su filial Instagram cuando anunciaron la prohibición de publicidad relativa a monedas digitales, venta de tokens y Ofertas Iniciales de Moneda (ICO) por “estar frecuentemente asociadas a prácticas engañosas”. Esta iniciativa la secundaron otros «supermanes de Internet» como Google, Snapchat o Twitter o cuando el Gigante chino prohibió su uso en el comercio online del país.
En esta sociedad líquida, se me plantea una simple cuestión ¿en quién o en qué ponemos nuestra confianza? En la antigüedad, el dinero se podía transformar en diversas materias: sal, piedras preciosas, oro y plata, etc … Ahora sólo es un medio para adquirir bienes y servicios, para conseguir sueños efímeros u otros que pueden durar toda una vida.
Desde que abandonamos el patrón oro, hace casi un siglo, el valor de una moneda viene determinado por la confianza que genera. Es lo que técnicamente conocemos como moneda fiduciaria. Su valor no reside en una contrapartida sino en la fe que inspira la empresa o institución que la ha respaldado.
Las criptomonedas son los nuevos medios digitales de intercambio entre personas y suponen, sin lugar a dudas, la reescritura de la Historia del dinero. Lo «cripto» para los griegos era lo secreto, lo oculto, lo escondido. Por suerte, se ha generado en Internet una «cultura cripto» abierta al mundo y que rompe con el orden establecido.
En este ecosistema podemos identificar dos tipos de personas que están interesados en estas monedas digitales. Por un lado, los que tienen el sentimiento de pertenencia a una comunidad y, por otro, los inversionistas, los especuladores, los jugadores profesionales «made in Las Vegas«.
Los segundos no son santo de la devoción del equipo de imita ya que en el 2017 no apostaron por lo global sino que pusieron todos sus huevos en Bitcoin y Ether o, en su defecto, por el resto denominado altcoin. Como Innovadores, nos interesa el seguimiento de los que defienden el desarrollo de una comunidad, aquellos que se autosatisfacen con el sentimiento de pertenencia a un grupo, a una emoción, a un bien común.
Los discípulos de esta corriente creen que es posible un intercambio de bienes y servicios sin intermediarios, sin comisiones por administrar lo que es tuyo e imaginan que es posible ese reino en el que la utopía es posible. Sus miembros hablan más de vértigo que de volatilidad.
Como dicen las Sagradas Escrituras, no podemos poner la confianza en el dinero pero sí en personas que lideran proyectos empresariales como Eurocoinpay que, desde León, quiere ser la cara humana de las criptomonedas. Los miembros de su equipo tienen nombres y apellidos y, por ese motivo, quieren conseguir que todos sus usuarios también los tengan.
El equipo de Eurocoinpay está trabajando para unificar esfuerzos que permitan un Convenio supranacional que permita romper con la mera especulación financiera en el mercado universal de las criptomoneda, tan necesitado de una regulación, y poner la Tecnología Blockchain al alcance de todos. Eurocoin es una nueva criptomoneda engendrada en España que, a través de su tecnología punta, quiere democratizar el acceso a este tipo de divisas permitiendo a personas individuales o a pequeñas empresas acceder a este mercado con total libertad.
Blockchain nos traerá una nueva revolución de Internet sobre todo en lo concerniente certificación digital de los usuarios, no tendremos más fraudes en votaciones electorales, sabremos a ciencia cierta que el jamón procede de Guijuelo, gracias al seguimiento de la cadena de suministro de manera que podemos crear «DNIs» de cada ibérico en la cadena de bloques y, sobre todo, nos permitirá garantizar la seguridad, la certificación y la autenticación de servicios y procesos.
Como ya hemos mencionado en alguna ocasión, la confianza nos conduce al lugar en el que habitan nuestros sueños. En la Economía Digital no es fácil encontrar lugares en los que se entregue la palabra dada, por lo que es grato encontrar sitios web en lo que se puedan juntar dos términos aparentemente contradictorios, Financiera Confianza.
Esperemos que los actores den un paso más para contar, de forma transparente, su historia y, de ese modo, llegar a una comunidad de inversores que crean su discurso. Quizá este modo de entender el dinero nos acerque al mundo feliz soñado por Aldous Huxley, ese día en el que “todo mundo es de todo el mundo“ y sean las criptomonedas ese gramo de soma que cura diez sentimientos melancólicos.
«Los seres humanos serán más felices cuando encuentren caminos para vivir como las antiguas comunidades primitivas. Esa es mi utopía.»
Kurt Vonnegut
Alberto Saavedra