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A MI JUICIO, PAZ

Hace ya más de dos mil años, cuando Jesús de Nazaret nos enseñó el Padre Nuestro, al decir «venga a nosotros tu Reino», ya se creaba el mito de la ciudad justa en la que reinan los valores de Justicia, Verdad y Amor que, de nada sirven, si no se convierten en reales. Nuestra tentación es la defender el Reino a «capa y espada» y es, de esa manera, cuando el Reino soñado se empieza a difuminar pero nuestra responsabilidad como seres humanos es responder a esa misiva de crear un mundo pacífico en la Tierra como el del Cielo.

horizontal-946001_960_720Si analizamos estos veinte siglos de Historia, con cuna en el floreciente Derecho Romano, se siguen realizando procesos judiciales arbitrarios sin acusaciones bien fundamentadas. Con rigor y la ley bajo el brazo, como afirma Ribas Alba en su libro sobre el juicio político-religioso de Jesús, su alteración del orden público y sus palabras eran una ofensa para la legislación vigente con lo que su sentencia fue justa, rápida en su ejecución y con la mediación de la abogacía de oficio de Pilatos.

Desde la Edad Media, con su Feudalismo y sus Cruzadas, el antiguo Sistema romano que conocía Occidente, luchaba por construir un nuevo modelo en el que era necesario reinventare pero, desde mi punto de vista y después de tantos años, no podemos afirmar que se hayan producido progresos innovadores ni avances significativos en los procedimientos judiciales que empleamos en nuestra denominada sociedad moderna. Culturas como la española se siguen caracterizando por lo que Nieztsche denominó «resentimiento», ese odio cuya causa Ortega desconocía y que conduce a la aniquilación de los valores antes mencionados. Éstos, según nuestro gran pensador, «deben ser puestos en contacto con  unas energías vitales que también deben ser reforzadas».

La Innovación en la Justicia debe pasar por la pretensión del Amor en su más alta escala, ese Amor intelectual que funde las cosas con nosotros, con lo que lo individual se reubica en el conjunto y el narcisismo se torna imposible. Las personas implicada en procedimientos judiciales tienen que desprenderse del odio, creando como decía Ortega «una sensibilidad ideal que conforme un nuevo hombre».

Cuando algo se odia, el entendimiento queda anulado y, como consecuencia, toda posible relación queda aniquilada. El momento actual de nuestro país en lo social, económico y político permite soñar con un cambio de paradigma en la forma y manera de resolver nuestro conflictos. Como señala Julio de la Torre, fundador del Instituto de Paz, Desarrollo Personal y Liderazgo, «tenemos que generar una Cultura de Paz que nos permita construir un Sistema Moderno en el que el Ciudadano afronte su propio destino y tome el protagonismo que le cedió en su momento al Estado».

Para crear Modelos de Ciudades de Paz realmente innovadoras, no sólo se tienen que implementar procedimientos telemáticos o mejorar los procesos judiciales o acondicionar esos majestuosos edificios denominados «Ciudad de la Justicia» con los mejores sillones para sus pobladores. Hay que poner el foco en el origen de los conflictos y las patologías de la convivencia buscando modos, maneras y formas alternativas a la operativa tradicional.

Como muestra de estos novedosas maneras de actuar nace la Mediación, cuyo Día Europeo celebramos el 21 de Enero, ese nuevo Paradigma para resolver un conflicto en el que aparece un Principio Innovador en su mismo proceder: la AutoGestión del Ciudadano en la Administración y Resolución de su conflicto fundamentado en la Cultura del Acuerdo.  Por ende, estos procedimientos alternativos se constituyen como medio más económico para todas las partes (otro rasgo de progreso y evolución en la Justicia) y sus «modos de utilidad» comprenden todos los ámbitos de nuestra vida, a saber: ruptura de pactos de convivencia, ámbito social y familiar, entorno educativo (estos días celebramos el Día de la Paz en la Escuela), contexto mercantil, comportamientos penalizados e incluso es idóneo para los conflictos y contenciosos de la Administración Pública.

Justicia-Espana-Euros-FDG«Así nosotros, habiendo negado una España, nos encontramos en el paso honroso de hallar otra» («Meditaciones del Quijote»). Como Ortega, en su día, renegaba de la España de la Restauración, yo reniego de un universo judicial del siglo XXI cultivado por intereses particulares y de unas formas políticas incapaces de generar maneras alternativas de agilizar la justicia para que no vivamos situaciones «insostenibles» como la que compartió conmigo un Administrador de Fincas de Lorca.  Me relataba que, después de cinco años del terremoto, hay doce familias que están a la espera de un Juicio para la reconstrucción de sus casas y que se siguen costeando el alquiler de sus hogares de sustitución.

Frente a esta situación, la única salida es el CAMBIO. Del mismo modo que los padres nos preocupamos de que nuestros hijos sean buenos y le transmitimos lo más valioso, la Madre Patria tiene que modelar un Sistema de transformación cultural que nos eduque para tratar de conciliar los dos movimientos contrarios que nacen en nuestro interior: el que nos lleva por nuestro propio camino y el sendero común que nos conduce hacia lo Justo, lo Bello y lo Verdadero.

                                                                                              Alberto Saavedra

Socio Director

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