Iquique es una tierra de Chile que significa en la lengua aymara «tierra de sueños» ya que es un lugar que ha sabido albergar a gentes de distintos pueblos y culturas, que han tenido que dejar a los suyos para marcharse en busca de esa esperanza de un futuro mejor.
Cuando emprendemos, viajamos a esa tierra queriendo alcanzar una vida mejor. Por eso, antes de botar nuestro barco empresarial, le bautizamos con un nombre para dejar nuestra impronta y poder domesticarlo, como decía El Principito. Las palabras nos sirven para conocer el Estado de la Cultura, de la Innovación y el nivel de progreso de un país. Como muestra, pondré un término que ha creado la generación de nuestros hijos en sus momentos de juegos y que se escucha en los patios del colegio: «pistolar».
Observemos el Estado de la Cuestión, analizando las últimas actualizaciones del Diccionario de la Real Academia Española. En su versión del Tricentenario, publicada en Diciembre del pasado año, llama la atención que se ha vuelto más «paritario», al incluir el femenino de todos esos oficios que antes nos costaba pronunciar y que ahora, por suerte, ya tienen entidad propia.
Cuando este año incluimos en nuestro discurso la palabra «jueza» ya no es la mujer del Juez, sino una profesional de la Justicia. La «embajadora», que nos ofrece esos suculentos bombones, ya no es la esposa del embajador sino que es diplomática de carrera. Además no hay sexos débiles, todos son fuertes y, si mencionamos este término, tiene siempre carácter despectivo.
En esta época de «posverdad» en la que, a golpe de «clic», se distorsiona deliberadamente la realidad y los demagogos manipulan creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública, desde imita abogamos por el «buenismo«, ese término que ya no necesita comillas, y que recoge el significado de aquella conducta basada en la creencia de que los problemas pueden resolverse a través del diálogo, la solidaridad y la tolerancia.
Por ese motivo, aplaudimos iniciativas empresariales como TGC («Talento en la Gestión de Conflictos») que, conscientes de que el conflicto nace con el ser humano y es inevitable para la sociedad, lo entienden como un proceso que genera cambios, transforma y desarrolla nuestra sociedad y puede ser resuelto por medios alternativos de resolución como la mediación, la negociación y la conciliación.
En una empresa, por su propia actividad, creamos equipos y lo hacemos juntando dos o más personas entre los que se establecen puntos de unión y otros de separación. Los primeros, nos hacen ver al otro como un ser cercano, uno de los nuestros. El resto, nos conduce al conflicto pero es, sin lugar a dudas, el mejor medio para llegar a conocer realmente a las personas con las que trabajamos.
Por esta razón, el conflicto bien manejado es algo saludable para nuestra empresa pero tenemos que aprender a manejarlo aprovechando la creatividad que nos adorna como seres humanos y desplegando nuestro potencial innovador para gestionar la diversidad y vencer esta situaciones con talento.
Así, construiremos ese Iquique, esa tierra de sueños, de esperanzas, de campeones.
«La guerra es una masacre entre «gentes que no se conocen» para provecho de «gentes que sí se conocen» pero que «no se masacran»». Valery