Si escuchamos la palabra «LEGO» de forma inmediata la asociamos a creatividad, imaginación y construcción. No obstante, si hacemos el esfuerzo de conocer la intrahistoria empresarial, descubrimos que es un negocio que estuvo muy cerca de la bancarrota y sólo pudo superarlo dejándose llevar por la brisa de la Innovación.
La empresa la fundó un carpintero, Ole Kirk Christiansen, que en plena depresión económica de Dinamarca, cual San José, no podía comprar madera y se le ocurrió la feliz idea de fabricar juguetes reciclados con las sobras de su taller. Desde su génesis ya se vislumbraba su futuro cuando la bautizaron con el nombre «led godt» que en danés significa «jugar bien«.
Sus hijos patentaron esa visión comercial que consistía en crear relaciones entre los diferentes bloques para que los padres de los chiquillos de la época compraran juguetes de forma recurrente. En los 90 llegó su crisis como consecuencia del destierro del «baby boom» y de que los niños tenían menos tiempo para jugar al dedicar su ocio a videojuegos o eso del Internet que ya ganaba adeptos. Lo expresaba de un modo diáfano su vicepresidente Mads Nipper cuando dijo «Fracasamos en Innovar». Esa asunción del error les condujo a ser valiente para dejar las riendas de la empresa a un Consultor externo que realizó un Plan brillante para lograr la estabilidad y restaurar el crecimiento.
Sin embargo, lo más importante de la estrategia es que la empresa volvió a su «core»: el bloque de construcción desechando diversificaciones como los parques temáticos «LEGOLAND«. Creó nuevos productos para el público adulto, lanzó una línea de figuras de acción con su propio juego de video y creó películas de éxito universal como «The Lego Movie». De ese modo se ha convertido en la empresa de juguetes más grande del mundo con innovaciones indelebles como Lego Life, una red social pensada para el desarrollo de la creatividad de los menores en la que se pretende que los niños, además de divertirse, lo hagan de forma segura.
Este imperio se construyó, como afirma el profesor David Robertson en su libro «Ladrillo a ladrillo», porque los Directivos de Lego dejaron de pensar “fuera de la caja” para innovar “dentro del ladrillo”. Así lo expone en su libro «Brick by Brick», cuando explica como la compañía introdujo en sus decisiones las llamadas “verdades de la innovación».
Su estrategia es «Mirar siempre hacia un océano azul» (Chan Kim y Mauborge). Es la que diferencia a los ganadores de los meros sobrevivientes y de los que se encuentran a la deriva en el océano rojo de las industrias existentes. Es la estrategia que utilizan compañías como Philips, Canon o el Cirque du Soleil. Los Océanos azules son aquellas industrias que no existen en la actualidad, aquéllas que están por crear.
En imita proponemos a nuestros clientes viajar a esos territorios desconocidos en la que las reglas están por definir y se pueden obtener altas rentabilidades. Les invitamos a no contratar payasos más graciosos, acróbatas de mercado o domadores de leones. En su lugar les proponemos que incluyan en su portfolio la sofisticación del teatro más alternativo y que se reinventen creando su propio circo.
En la otra orilla se encuentran compañías como Toys «R» Us que deja de jugar desde Septiembre tras sucumbir en el «Mar Rojo» del apocalipsis minorista. La razón, sin lugar a dudas, es que sus espacios no están diseñados para hacer lo que no podemos hacer desde Internet con portales como Amazon. Sus tiendas físicas no tienen que impulsar las ventas sino crear relaciones, resolver problemas y ofrecer servicios de marketing relacional. La solución disruptiva a la quiebra de Toys ‘R’ Us sería apostar por «modelos de ludoteca» en la que los niños prueben juguetes, disfruten con los nuevos conceptos y se vayan con el deseo de tener el juego en su casa.
Por suerte, para que sea sostenible el trabajo de las musas de imita, las empresas de éxito perpetuo no existen. La Prosperidad la encontramos en el Mar Muerto, aquel que mata la vida existente pero nos proporciona un nuevo ecosistema en el que podamos, como innovadores, jugar bien.
«La felicidad de la abeja y la del delfín es existir. La del hombre es descubrir esto y maravillarse por ello».
Jacques Cousteau.
Alberto Saavedra
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